“Un amigo es siempre afectuoso, y en tiempos de angustia es como un hermano” (Proverbios 17:17)
MENSAJE
Porque Dios nos ama siempre, también nosotros debemos reflejar ese amor a los demás
¿Te ha despertado alguna vez un amigo cuando dormías profundamente, o te ha interrumpido mientras trabajabas en una tarea escolar importante y difícil? ¿Cómo reaccionaste? ¿Cómo debiste haber reaccionado? Jesús contó una historia acerca de esta clase de situación. Imagina que sucedió como sigue. (Textos clave y referencias: Lucas 11:5-13; Así dijo Jesús [Discurso maestro de Jesucristo], cap. 4, pp. 136-138).
¡Toc, toc, toc! Abner se volteó en su cama para disminuir el ruido de los golpes en la puerta de su casa. Pero no lo consiguió porque volvieron a repetirse. Abner finalmente despertó, y vio la luz de la lámpara de su padre, quien se dirigía hacia la puerta. Abner pensó en lo mucho que había cambiado su padre desde que había conocido a Jesús. Ahora no se enojaba como antes.
Cuando abrió la puerta, se encontró frente a su amigo Joaquín. Le preguntó qué deseaba, si tenía alguna emergencia o si había algún enfermo en su casa. —Lo que sucede, José —le informó Joaquín—, es que acaba de llegar una familia amiga y no tengo pan para servirles. Los niños tienen hambre. ¿Puedes prestarme tres panes? —Joaquín —dijo José— ¿no comprendes que al buscar los panes y traértelos despertaré a toda la familia? Tengo sueño y deseo volver a mi cama.
—Te ruego que me des esos panes —insistió Joaquín—, porque tú eres el único que puede dármelos. —Está bien, Joaquín —dijo José finalmente—. Iré a buscarlos. Después de buscar durante algunos minutos, regresó con los panes y los entregó a su amigo. —Gracias, José —dijo el visitante—. Sabía que podía contar contigo. Buenas noches. El padre cerró la puerta y al volverse se sorprendió al ver a su hijo Abner junto a él. —Así que Joaquín despertó a toda mi familia —dijo el padre. —No, papá. Yo soy el único que se despertó —le aseguró Abner—. Me sorprende que Joaquín haya venido a molestar tan tarde. —A mí no me sorprende —dijo José sonriendo—. Joaquín y yo nos conocemos desde que éramos criaturas. Ser amigo de alguien significa estar dispuesto a atender al amigo cuando es conveniente, y también cuando no lo es. — ¿Cómo esta noche? —preguntó Abner.
—Exactamente. Fue una molestia, pero él es mi amigo y sabía que podía contar conmigo. Por eso me despertó —comentó José. — ¿Y tú podrías ir a verlo si necesitaras ayuda? —Quiso saber Abner. —Ni siquiera tendría que pensarlo dos veces —dijo el padre—. Como sucede contigo, si me pidieras pan no te daría una piedra. —Eso me recuerda algo que oí decir a Jesús hace algunos días — comentó Abner—. Dijo que Dios desea que le pidamos las cosas que necesitamos. ¿Significa eso que él me dará cualquier cosa que le pida? — ¿Darías tú a tus amigos cualquier cosa que quisieran? — preguntó el padre. —No. Primero tendría que saber si realmente lo necesitaban —respondió Abner.
—Creo que así es en el caso de Dios —contestó el padre—. Dios considera lo que necesitamos y nos lo da. Pero hay una gran diferencia entre lo que se necesita y lo que se quiere. Si él nos diera todo lo que queremos, eso no sería lo mejor para nosotros. Y en ese caso tal vez no lo consideraríamos un buen Amigo. —Ser un amigo verdadero requiere mucho trabajo, ¿verdad, papá? —Así es, hijo —contestó el Padre—. Pero si eres un buen amigo, estarás disponible para él, no importa lo que te cueste.