«Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestraran más para la guerra» (Isaías 2:4, RV95).
En este día de 1846, el entonces presidente de los Estados Unidos, James Polk, le quitaría la voluntad a México. Las relaciones entre los dos países se habían deteriorado durante los ocho años transcurridos desde que Texas obtuvo su independencia del vecino del sur, uniéndose a los Estados Unidos como su vigésimo octavo estado. Polk envió una misión diplomática para restaurar las relaciones y ayudar a resolver las disputas entre los ciudadanos de Texas y México. La misión fracasó y estalló la guerra. Tras casi dos años de lucha, finalmente se restableció la paz con el Tratado de Guadalupe Hidalgo. El Río Grande se convirtió en el límite sur de Texas, y California y Nuevo México fueron cedidos a los Estados Unidos. un cambio,
La guerra evoca imágenes horripilantes de soldados ensangrentados viendo cómo sus compañeros son alcanzados por el fuego enemigo, soldados que pierden brazos, piernas y la vida; soldados que vuelven a casa a un país poco agradecidos. William T. Sherman, un general de la Unión en la Guerra Civil Estadounidense, lo resumió bien cuando dijo: «La guerra es un infierno». ¿Qué es lo que hace que las naciones se armen y se maten entre sí? Como en la guerra de Polk contra México y en casi todas las demás guerras de la historia de nuestro planeta, están en juego los derechos de las personas. La guerra es el método que los seres imperfectos han elegido para comprar derechos a la tierra, a la prosperidad ya la libertad.
A veces olvidamos cuánto poder disfrutar del derecho a la libertad. ¿Podría decirse lo mismo de nuestra salvación? Por mucho que odiemos la guerra y lo que le ocurre a la gente durante una guerra, estamos en una guerra espiritual. Así como cuesta mucho hacer una guerra entre países, también cuesta mucho enfrentarse al enemigo de nuestra salvación.
¿Alguna vez tiene sentido que nadie sabe por lo que estás pasando en las batallas que estás luchando? Hay un Soldado que realmente lo entiende, pues él experimentó más horror, mayores tentaciones y asaltos más sostenidos de lo que jamás experimentarás. Él lo hizo, no por ningún derecho para sí mismo, sino por tu salvación.