Entre muchas otras cualidades, Jesús era famoso por su forma de hablar. Incapaces de arrestar a Jesús, sus detractores se defendían diciendo: «¡Jamás ningún hombre ha hablado así!» (Juan 7: 46). Sus oyentes también se asombraban de sus palabras, porque les enseñaba con una autoridad a la que no estaban acostumbrados (ver Mat. 7: 29; Mar. 1: 11). Tenía un equilibrio que nunca habían visto: su justicia e intimidad con Dios claramente trascendían la de sus líderes religiosos, pero su compasión y su cercanía a la humanidad, a todos los niveles, era contraria a lo que habían experimentado de los líderes religiosos.
En lugar de las palabras de condenación a las que estaba ya acostumbrada, Jesús le dijo explícita y tiernamente a la mujer sorprendida en adulterio que no la condenaba, y la envió a vivir una vida libre del pecado (ver Juan 8: 1-12). Cuando un líder religioso lo buscó al amparo de la oscuridad, Jesús lo reprendió gentilmente por no conocer los conceptos básicos de la salvación y, sin embargo, compartió con él algunos de los versículos más evangélicos y cargados de verdad de toda la Escritura (ver Juan 3: 1-20). Con mucho tacto, Jesús guió a la mujer junto al pozo con el propósito de exponer su necesidad y aquello que no entendía, y luego le dio uno de los pocos reconocimientos explícitos de su mesianismo que hay en los Evangelios (ver Juan 4: 5-26). Jesús usó innumerables experiencias de la vida real para compartir de manera clara y entendible el evangelio con todos los corazones abiertos, pero también para envolverlo en misterio a oídos de aquellos que solo harían mal uso de sus palabras (Luc. 14, 15).
Jesús podía hablar de esta manera porque era quien era. No en el sentido de que sus palabras no las pueda pronunciar su pueblo hoy, sino en el sentido de que él era uno con Dios, tal como él mismo afirmó. Hay una diferencia entre sonar amable y expresar verdadera bondad de corazón. Para que las palabras salgan del corazón, el corazón mismo debe estar cautivo y haber sido transformado por el Espíritu Santo. Dios les da un corazón nuevo como regalo a todos los que lo deseen (ver Eze. 36: 26-27).
Quienes tienen dificultad para dominar sus palabras pueden intentar por voluntad propia y con esfuerzo decir esto y no decir aquello, tomar determinaciones, e incluso pueden hacer grandes progresos, pero eso solo equivale a tratar el síntoma de un problema que solo Jesús tiene el poder de cambiar. Jesús no vino solo a asegurarnos la posibilidad, sino también a mostrarnos cuál puede ser el resultado de entregarnos completamente a él. Como el Ejemplo vivo para la humanidad, él invita a sus discípulos de todas las épocas a caminar con él y en pos de él, incluso con las palabras.
Escríbelo aquí:
Medita de nuevo en Santiago 3: 1-12 e identifica dónde está Jesús en el texto.
¿Qué es lo que te sorprende más de la manera en que Jesús habló? ¿En qué se diferencia a nuestra manera de hablar? Trata de ser específico y de extraer principios de los diferentes pasajes que se mencionan en el texto de hoy.
¿En qué sentido puedes ver reflejado a Jesús en el texto o verlo de una manera distinta?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2022. 2do. trimestre 2022 INVERSO Lección 6 «LA PARTE MÁS PELIGROSA DEL CUERPO» Colaboradores: Israel Esparza & Mayra Cota