Varios pasajes a lo largo de las Escrituras buscan darle al lector una perspectiva correcta de sí mismo. Por ejemplo, en el Sermón del Monte, Jesús habló de cómo Dios cuida de las aves, y luego preguntó: «¿No valen ustedes mucho más que ellas?» (Mat. 6: 26, NVI), dando a entender que si Dios se encarga de cuidar de las criaturas más pequeñas, cuánto más no será el valor de toda vida humana. Dios a veces pregunta directamente la identidad de sus oyentes para llamar su atención sobre quiénes son en realidad. En Isaías, le preguntó a su pueblo: «¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba? » (Isa. 51: 12, NVI). Apeló a su identidad como pueblo suyo para demostrar la necedad de temer a otro ser humano. Estos pasajes y otros del mismo estilo hacen hincapié en la necesidad de valorarnos como hijos de Dios y de entender que somos más valiosos de lo que pensamos, en base a lo que Dios dice.
En el pasaje de esta semana, Santiago tiene un objetivo paralelo en mente: en lugar de elevar la imagen que tienen de sí mismos, anima a sus oyentes a bajarla si esta se ha vuelto demasiado elevada. «¿Quién eres para juzgar a tu prójimo?» (Sant. 4: 12) pregunta, recordándoles que su identidad no vino con credenciales de apto para juzgar. «¿Qué es su vida?» (vers. 14, NVI) pregunta, recordándoles que ningún ser humano es eterno ni omnisciente. Aunque los versículos antes mencionados sobre el valor de la vida humana son posiblemente más alentadores, las palabras de Santiago tienen la importante función de proporcionarnos una visión integral de nosotros mismos: cada ser humano es enteramente valioso, amado y cuidado pero, al mismo tiempo, Dios es Dios y sus criaturas somos simples criaturas. Comprender estos dos conceptos nos ayuda a tener una perspectiva equilibrada de uno mismo y de Dios.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2022. 2do. trimestre 2022 INVERSO Lección 9 «NO ERES QUIEN CREES QUE ERES» Colaboradores: Estrellita Hernandez y Mayra Cota