Los que tienen personalidad tipo P («perceptivos») según el indicador Myers-Briggs, pueden intentar usar Santiago 4: 13-15 para desaprobar la planificación. Su posición incluso parece ratificada por el Sermón del Monte, ¿verdad? «No se preocupen por el día de mañana» (Mat. 6: 34) significa «ni siquiera pienses en eso». Por lo tanto, planificar el futuro y visualizar lo desconocido es un tabú cristiano. ¿Cierto? Pues… no. En realidad, al igual que los últimos versículos de Mateo 6, Santiago no está desaprobando la planificación, sino que tengamos la actitud equivocada mientras planificamos.
Si bien existe un tipo de planificación con fines organizativos, también hay un tipo de planificación que se aferra a un control que nunca se podrá tener. Santiago advierte que no podemos perder de vista la falta de control que la humanidad tiene sobre el futuro, e incluso nuestra falta de conocimiento. Anima a los oyentes a recordar que sus vidas son «como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece» (Sant. 4: 14). No pretendan ser inmortales u omnisapientes, advierte. Una buena manera de saber cómo estamos es ver cómo planificamos.
¿Cómo pueden los hijos de Dios ajustar sus planes para reconocer a Dios y su fragilidad humana? Para hacer planes con una consciencia clara de su dependencia de Dios, «lo que deben decir es: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”» (vers. 15). Planificar es bueno, solo que deben hacerse en el contexto de la voluntad y providencia de Dios; buscando su ayuda, necesaria en el pasado, el presente y el futuro; mostrándose dispuestos a cambiar e incluso a renunciar a esos planes si la dirección de Dios así lo indica.
Hacer lo contrario es continuar a nuestra manera, llenos de arrogancia, pensando que lo sabemos todo, que podemos controlarlo todo y que no necesitamos consultar a Dios ni depender de él para nuestros planes futuros. Esto no solo es perjudicial, sino que también está alejado de la realidad. Como ya vimos en lecciones anteriores de esta semana, ese es el motivo por el cual una visión equilibrada y bíblica de nosotros mismos es fundamental. Pensar demasiado poco o demasiado en uno mismo distorsiona la realidad, porque se produce un efecto dominó basado en cómo entendemos nuestra propia identidad. «Si Dios quiere» no se debe usar como una simple frase bonita para acompañar lo que de todos modos estamos planificando. Lo que se necesita es que el corazón se someta al amor eterno y al vasto conocimiento de Dios, confiando en que él hará lo mejor aunque esté pintando en un lienzo más grande del que nosotros podemos ver en el momento. «Si Dios quiere» significa que los planes solo se desean si Dios quiere, porque él es más digno de confianza que nuestras emociones o nuestra limitada comprensión.
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Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2022. 2do. trimestre 2022 INVERSO Lección 9 «LA IMPORTANCIA DE LO QUE QUIERES» Colaboradores: Estrellita Hernandez y Mayra Cota