Lección E. Sabática Universitarios 2022 Para el: 16 mayo
La primera mitad de Santiago 4: 8 es una frase que probablemente hemos visto en algún cuadro decorativo de madera o bordada en un lindo cojín: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes». Es tanto una invitación como una promesa que nos recuerda el deseo de Dios de relacionarse con su pueblo de manera íntima. La segunda mitad del versículo, sin embargo, es menos conocida y tiene menos reproducciones decorativas: «¡Límpiense las manos, pecadores! ¡Purifiquen sus corazones, ustedes que quieren amar a Dios y al mundo a la vez!». El siguiente versículo profundiza el consejo anterior: «¡Aflíjanse, lloren y laméntense!» (vers. 8, 9). ¿Por qué estas partes de los versículos 8 y 9 son menos conocidas?
Cuando estas frases aparentemente fuertes se sacan de contexto, pueden malinterpretarse y hacerlas parecer que aconsejan cosas no bíblicas: Debemos limpiar nuestro corazón y nuestra mente antes de acercarnos a Dios; a él no le gusta el gozo en su presencia; la risa es una falta de respeto; los cristianos consagrados deben estar siempre tristes. Aunque pueden parecer tontas, estas son conclusiones reales que algunos sacan de versículos como estos.
En lugar de pasarlas por alto, estas frases se entienden mejor en su contexto. ¿De qué está hablando Santiago? De someternos a Dios, resistir al diablo y acercarnos a Dios. Mientras estamos en entrega a Dios y cerca de él, es ineludible experimentar una sensación de pecaminosidad personal. Elena G. de White afirma que «cuanto más cerca estés de Jesús, más imperfecto te reconocerás; porque verás con mayor claridad tus defectos, en manifiesto y evidente contraste con su perfecta naturaleza. Esta es una señal cierta de que los engaños de Satanás han perdido su poder y de que el Espíritu de Dios te está despertando» (El camino a Cristo, cap. 7, p. 97). ¿Cómo se debe responder a esto? En humildad, haciendo la parte que nos corresponde para ser limpiados (dejar ciertos hábitos y experiencias, pedirle a Dios que cambie nuestro corazón), afligiéndonos y lamentando nuestra condición pecaminosa (dejar las risas y los placeres que no provienen de las cosas espirituales). Afligirse, lamentarse y llorar son experiencias recurrentes en toda la Biblia que afloran con el reconocimiento de nuestra triste situación, el arrepentimiento profundo y el deseo de volvernos a Dios (ver Jer. 49: 3; 4: 28; Eze. 7: 27; Isa. 22: 4; y el libro de Lamentaciones). A lo largo del Antiguo Testamento, los profetas animaban a la gente a lamentarse, afligirse y llorar, porque este es el primer paso para ver la realidad y luego reconciliarse con Dios. Fuera de contexto, estos versículos pueden parecer desalentadores; pero esta experiencia es una evidencia irrefutable de que los engaños del pecado se están debilitando y de que estamos dando paso a una visión más clara y a una entrega más profunda a Cristo.
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Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2022.
2do. trimestre 2022 INVERSO
Lección 8 «LA IMPORTANCIA DE LO QUE QUIERES»
Colaboradores: Estrellita Hernandez y Mayra Cota
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