“Todo lo que pida el Dios del cielo para su templo, debe ser entregado rápidamente” (Esdras 7:23).
MENSAJE
Una forma de adorar a Dios es apoyando a los miembros y los programas de nuestra iglesia.
¿Has tenido oportunidad de ayudar a alguien que tiene un trabajo interesante? ¿Qué aprendiste? Imagina que Esdras necesita un ayudante y que te elige a ti. (Textos clave y referencias: Esdras 7; Profetas y reyes, cap. 50).
— ¡Abuelita! ¿Dónde estás? —preguntó agitadamente Mica, un chico de 13 años. —Estoy aquí, Mica —contestó Tabita. ¿Por qué estás tan agitado? Habían pasado 60 años desde que Tabita y su familia habían regresado de Babilonia a Jerusalén. Ahora Tabita, que era abuela, vivía con su hijo y su familia.
—Abuelita, no lo vas a creer —dijo el niño. —Tal vez podría creerlo si me dijeras de qué se trata —dijo Tabita sonriendo. — ¿Recuerdas que papá nos dijo que un hombre importante llamado Esdras vendría a Jerusalén, enviado por el rey Artajerjes? —Sí. Llegó hace dos días —dijo Tabita. —Trajo a dos mil familias con él —informó Mica—. Y además, toda clase de provisiones.
— ¿Y qué es lo que yo no iba a creer? —Esdras necesita un muchacho para que le ayude —dijo Mica sonriendo—. Fui al templo y platiqué con él. ¡Me eligió como su ayudante! — ¡Cuánto me alegro! —Exclamó la abuelita—. ¿Cuándo comenzarás a trabajar? ¿Qué harás para Esdras? —Quiere que vaya hoy mismo después del almuerzo —informó Mica—. Eso es si tú estás de acuerdo. Le dije que acostumbramos estudiar las profecías en la tarde
—Me parece que podemos cambiar eso hoy —dijo la abuela Tabita sonriendo—. Pero no abandonaremos esta buena costumbre. —No podemos hacerlo —dijo Mica—. Esdras me dijo que se alegraba de saber que una abuela en Israel estudiaba las profecías con su nieto. Me dijo que quería que siguiéramos haciéndolo.
—Está bien. Puedes ir a trabajar con Esdras. Estudiaremos esta noche. Mica almorzó apresuradamente. No quería llegar tarde a su encuentro con Esdras. Cuando llegó al templo y estaba por subir la escalinata, Esdras lo llamó desde el patio donde se encontraba junto a varios burros. El chico se apresuró a ir a su lado.
—Lo que debemos hacer ahora —explicó Esdras—, es contar las provisiones y almacenarlas en la forma debida. El rey fue muy generoso. Deseo llevar registros exactos de todas las cosas. —He dado a varios hombres el trabajo de descargar las provisiones.
Te necesito para que lleves mensajes a diversas personas y hagas otras cosas para mí. Lo primero que deseo que hagas es que vayas al depósito donde se han almacenado el oro, la plata y las provisiones enviadas por el rey y otras autoridades. Diles que debe haber 3,300 kilos de plata, 22,000 litros de trigo, 2,200 litros de vino, 2,200 litros de aceite y una cantidad de sal. Si falta alguna cosa, diles que me informen inmediatamente.
— ¿Regaló Artajerjes todo eso? —preguntó Mica asombrado. —Sí, y mucho más —dijo Esdras—. Cuando vuelvas te hablaré de los demás artículos. Cuando Mica regresó para ayudar a Esdras, le preguntó qué más había enviado el rey. —Dios obró sobre el rey en forma poderosa —explicó Esdras.
El rey envió sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores para que ayudaran en los servicios del templo. —Cuando el rey me dijo todo lo que haría por Israel, alabé a Dios. Pensando en lo que Esdras le había dicho, Mica comprendió que él había supuesto que los servicios del templo se realizarían en forma automática. Dijo:
—Esdras, comprendo lo que dices. Mi abuelita recuerda cuando estaban cautivos en Babilonia. Nuestro pueblo no realizaba servicios religiosos. Aun después que regresaron a Jerusalén no tenían templo. Cuando pienso en todo eso, me alegro porque Dios obró con gran poder sobre el rey. —Por supuesto que debemos hacer nuestra parte para sostener el templo —comentó Esdras—. No podemos dejar que el opulento rey supla nuestras necesidades. —Estás en lo cierto —dijo Mica—. Tal vez yo puedo formar parte del coro, porque así contribuiré con algo a nuestros servicios de adoración.