Solo en Cristo puede formarse una unión matrimonial feliz. El amor humano debe fundar sus más estrechos lazos en el amor divino. Únicamente donde reina Cristo puede haber cariño profundo, fiel y abnegado.—El Ministerio de Curación, 276 (1905).
ALCANZAR EL IDEAL DE DIOS
Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les señala si aceptan la ayuda de Cristo. Lo que la humana sabiduría no puede lograr, la gracia de Dios lo hará en quienes se entregan a él con amor y confianza. Su providencia puede unir los corazones con lazos de origen celestial. El amor no será tan solo un intercambio de palabras dulces y aduladoras. El telar del cielo teje con urdimbre y trama más finas, pero más firmes, que las de los telares de esta tierra. Su producto no es una tela endeble, sino un tejido capaz de resistir cualquiera prueba, por dura que sea. El corazón quedará unido al corazón con los áureos lazos de un amor perdurable.—El Ministerio de Curación, 280 (1905).
PESAR CADA SENTIMIENTO AL CONSIDERAR EL MATRIMONIO
Los que piensan en casarse deben pesar cada sentimiento y cada manifestación del carácter de la persona con quien se proponen unir su suerte. Cada paso dado hacia el matrimonio debe ser acompañado de modestia, sencillez y sinceridad, así como del serio propósito de agradar y honrar a Dios. El matrimonio afecta la vida futura en este mundo y en el venidero. El cristiano sincero no hará planes que Dios no pueda aprobar.—El Ministerio de Curación, 277 (1905).