Por mucho cuidado y prudencia con que se haya contraído el matrimonio, pocas son las parejas que hayan llegado a la perfecta unidad al realizarse la ceremonia del casamiento. La unión verdadera entre ambos cónyuges es obra de los años subsiguientes.—El Ministerio de Curación, 278 (1905).
DESAPARECE LA IMAGEN ROMÁNTICA
Cuando la pareja recién casada enfrenta la vida con sus cargas de perplejidades y preocupaciones, desaparece el aspecto romántico con que la imaginación suele tan a menudo revestir el matrimonio.
Marido y mujer aprenden entonces a conocerse como no podían hacerlo antes de unirse. Este es el período más crítico de su experiencia. La felicidad y utilidad de toda su vida futura dependen de que asuman en ese momento una actitud correcta. Muchas veces cada uno descubre en el otro flaquezas y defectos que no sospechaban; pero los corazones unidos por el amor notarán también cualidades desconocidas hasta entonces. Procuren todos descubrir las virtudes más bien que los defectos. Muchas veces, nuestra propia actitud y la atmósfera que nos rodea determinan lo que se nos revelará en otra persona. Son muchos los que consideran la manifestación del amor como una debilidad, y permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. Este espíritu paraliza las corrientes del amor. Al ser reprimidos, los impulsos de sociabilidad y generosidad se marchitan y el corazón se vuelve desolado y frío. Debemos guardarnos de este error. El amor no puede durar mucho si no se le da expresión. No deben permitir que el corazón de quienes los acompañen se agote por falta de bondad y solidaridad de parte de ustedes.—El Ministerio de Curación, 278 (1905).
EL AMOR ESTIMULA HACIA LOS FINES MÁS NOBLES
Ame cada uno de ellos al otro antes de exigir que el otro lo ame. Cultive lo más noble que haya en sí mismo y esté pronto a reconocer las buenas cualidades del otro. El saberse apreciado es un admirable estímulo y motivo de satisfacción. El compañerismo y el respeto alientan el esfuerzo por alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al impulsar la persecución de fines cada vez más nobles.—El Ministerio de Curación, 279 (1905).