LOS PRIMEROS SIETE AÑOS TIENEN MUCHO QUE VER CON LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER
No se puede exagerar la importancia de la educación precoz de los niños. Las lecciones que aprende el niño en los primeros siete años de vida tienen más que ver con la formación de su carácter que todo lo que aprende en los años futuros.—Conducción del Niño, 177 (1903).
RARA VEZ SE OLVIDAN LAS PRIMERAS LECCIONES
Las criaturas, niños y jóvenes no debieran oír una palabra impaciente del padre, la madre o cualquier miembro de la familia; porque reciben impresiones muy precoces en la vida, y lo que los padres hagan hoy, ellos serán mañana, y al día siguiente y al siguiente. Rara vez se olvidan las lecciones impresas en la mente del niño.
Las impresiones dejadas precozmente en el corazón se ven en los años siguientes. Quizá queden sepultadas, pero rara vez son raídas.—Conducción del Niño, 178 (1897).
PRIMERO EL DESARROLLO FÍSICO
Durante los primeros seis o siete años de la vida del niño hay que prestar atención especial a su educación física antes que a su intelecto. Después de este período, si la constitución física es buena habría que atender a su educación física e intelectual. La infancia se extiende hasta la edad de seis o siete años. Durante ese período los niños deberían dejarse libres como los corderitos para que corran por los alrededores de la casa y los patios impulsados por su infantil estado de ánimo, saltando y brincando, libres de toda preocupación y problema.
Los padres, y especialmente las madres, han de ser los únicos maestros de las mentes de los niños en esa edad. No hay que educarlos basándose en los libros. Por regla general los niños son lo bastante curiosos como para aprender las cosas directamente de la naturaleza.
Formularán preguntas sobre las cosas que ven y que oyen, y los padres deberían aprovechar la oportunidad de instruirlos y de contestar pacientemente esas pequeñas preguntas. En esta forma pueden tomar ventaja al enemigo y fortalecer las mentes de sus hijos al sembrar buenas semillas en sus corazones sin dejar lugar para que arraigue el mal. Las amorosas instrucciones de las madres impartidas a una tierna edad es lo que los niños necesitan en la formación de su carácter.—Mensajes Selectos 2:501 (1865).