«Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!» Salmo 91: 2
Si eres una niña, quizá alguna vez hayas soñado con ser la princesa de un castillo. En la parte de atrás de lo que hoy es la Unión Uruguaya, hay un edificio con forma de torre, que tiene una escalera que conduce al segundo piso. Una de mis hijas se disfrazaba de princesa y era muy gracioso verla jugar en su castillo desde donde cualquier peligro u obstáculo podría ser afrontado. Estaba también «su noble corcel» llamado Azabache (hecho con una media y un palo de escoba).
Los castillos causan fascinación hasta hoy. En la antigüedad, además de muros muy anchos y altos con torres de vigía, estas verdaderas fortalezas estaban rodeadas por agua. El único acceso era un puente que solía ser levadizo, y eso aislaba la entrada a cualquiera que quisiera asaltarlo. Algunas de estas enormes y estupendas construcciones duraron decenas de años. Uno de los castillos más antiguos que se conocen, habitados hasta hoy en día, es el de Windsor, cerca de Londres, en Inglaterra. ¡Tiene novecientos años! Otros ya no son habitables y los han convertido en grandiosos museos, dignos de ser visitados.
Generalmente, los castillos eran de piedra ya que ofrecían más protección. Si el noble o rey era suficientemente rico podía hacer paredes tan altas y tan gruesas como quisiera. A lo largo de los años, el diseño de los castillos cambió y se comenzaron a construir castillos con murallas dobles, llamadas «cortinas de piedra». Si los atacantes rompían la pared exterior podían pasarse tras la muralla interior. Con frecuencia la interior era más alta que la exterior, de tal manera que dos filas de arqueros podían disparar flechas al enemigo.
La vida en un castillo era como la de un pequeño pueblo, con sus propios carpinteros, herreros, cocineras y caballeros armados. Y todos eran protegidos dentro del castillo por su señor. Tal vez por eso la Biblia compara a Dios con un castillo confiable y seguro. Una fortaleza que te puede proteger del enemigo que acecha.
Dios es nuestro castillo fuerte y él nos ofrece protección y cuidado diariamente. ¡Ponte humildemente bajo su amparo con humildad y reverencia, pues él es tu fortaleza!
Tomado De: Lecturas Devocionales Para Menores 2022. “UN RAYITO DE LUZ PARA CADA DÍA” Por: «Gabriela Ruth Brizuela de Graf Ninayette Galleguidos Treviño Magaly Tuesta Viveros de Alaña Mirta de Samojluk Cinthya Samojluk de Graf» Colaboradores: Uriel Agustin & Karla González.