La que espera ser madre debe conservar el amor de Dios en su alma. Su ánimo ha de estar en paz; necesita descansar en el amor de Jesús y practicar sus palabras. Debe recordar que las madres colaboran con Dios.—El hogar adventista, 234 (1894).
EL PADRE DEBE CONOCER LAS LEYES FÍSICAS
Hay que velar con cariño por las fuerzas de la madre. En vez de permitir que las malgaste en tareas agotadoras, hay que reducir sus preocupaciones y cargas. Muchas veces el esposo y padre desconoce las leyes físicas que el bienestar de su familia exige que conozca.
Absorto en la lucha por la vida, o empeñado en obtener una fortuna y acosado por afanes y apuros, permite que caigan sobre la esposa y madre cargas que agotan sus fuerzas en el período más crítico de su vida y le causan debilidad y enfermedad.—El Ministerio de Curación, 289 (1905).
SE PRIVA A LOS NIÑOS DE ADAPTABILIDAD MENTAL
Si la madre se ve privada del cuidado y de las comodidades que merece, si se le permite que agote sus fuerzas con el recargo de trabajo o con las congojas y tristezas, sus hijos se verán a su vez privados de la fuerza vital, de la adaptabilidad mental y del espíritu siempre alegre que debieron heredar. Mucho mejor será alegrar animosamente la vida de la madre, evitarle la penuria, el trabajo agotador y los afanes deprimentes, a fin de conseguir que los hijos hereden una buena constitución, que les permita pelear las batallas de la vida con sus propias fuerzas.—El Ministerio de Curación, 290, 291 (1905).