viernes , 18 abril 2025
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La Oración

Recibir para dar

Parte 4

Haced de la Palabra de Cristo vuestra seguridad. ¿No os ha invitado a ir a él? Nunca os permitáis hablar de una manera descorazonada y desesperada. Si lo hacéis perderéis mucho. Mirando las apariencias, y quejándoos cuando vienen las dificultades y premuras, revelaréis una fe enferma y débil. Hablad y obrad como si vuestra fe fuera invencible. El Señor es rico en recursos: el mundo le pertenece. Mirad al cielo con fe. Mirad a Aquel que posee luz, poder y eficiencia. Hay en la fe genuina un bienestar, una firmeza de principios y una invariabilidad de propósito que ni el tiempo ni las pruebas pueden debilitar. “Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isaías 40:30, 31.

Hay muchos que anhelan ayudar a otros, pero sienten que no tienen fuerza o luz espiritual que impartir. Presenten ellos sus peticiones ante el trono de la gracia. Rogad por el Espíritu Santo. Dios respalda cada promesa que ha hecho. Con vuestra Biblia en la mano, decid: Yo he hecho como tú has dicho. Presento tu promesa: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto”.

No solamente debemos orar en el nombre de Cristo, sino por la inspiración del Espíritu Santo. Esto explica lo que significa el pasaje que dice que “el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles”. Romanos 8:26. Dios se deleita en contestar tal oración.

Cuando con fervor e intensidad expresamos una oración en el nombre de Cristo, hay en esa misma intensidad una prenda de Dios que nos asegura que él está por contestar nuestra oración “mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”. Efesios 3:20.

Cristo dijo: “Todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Marcos 11:24. “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Juan 14:13. Y el amado Juan, por la inspiración del Espíritu Santo, dice con gran claridad y certeza: “Si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado”. 1 Juan 5:14, 15. Presentad, pues, vuestra petición ante el Padre en el nombre de Jesús. Dios honrará tal nombre.

El arco iris rodea el trono como una seguridad de que Dios es verdadero, que en él no hay mudanza ni sombra de variación. Hemos pecado contra él, y somos indignos de su favor; sin embargo, él mismo ha puesto en nuestros labios la más maravillosa de las súplicas: “Por amor de tu nombre no nos deseches, ni trastornes el trono de tu gloria: acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros”. Jeremías 14:21. Cuando venimos a él confesando nuestra indignidad y pecado, él se ha comprometido a atender nuestro clamor. El honor de su trono está empeñado en el cumplimiento de la palabra que nos ha dado.

A semejanza de Aarón, que simbolizaba a Cristo, nuestro Salvador lleva los nombres de todos sus hijos sobre su corazón en el Lugar Santo. Nuestro gran Sumo Sacerdote recuerda todas las palabras por medio de las cuales nos ha animado a confiar. Nunca olvida su pacto.

Todo el que pida recibirá. A todo el que llame se le abrirá. No se presentará la excusa: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada; no quiero abrirla. A nadie se le dirá jamás: No puedo ayudarte. Aquellos que pidan pan a medianoche para alimentar a las almas hambrientas, tendrán éxito.

En la parábola aquel que pedía para el forastero recibió todo lo que había menester. ¿Y en qué medida nos concederá Dios a fin de que podamos impartir a los demás? “Conforme a la medida del don de Cristo”. Efesios 4:7. Los ángeles observan con intenso interes para ver cómo trata el hombre a sus semejantes. Cuando ven que alguien manifiesta la simpatía de Cristo por el errante, se apresuran a ir a su lado, y traen a su memoria las palabras que debe hablar y que serán como pan de vida para el alma. Así “Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Filipenses 4:19. Él hará que vuestro testimonio, con su sinceridad y su verdad, sea poderoso con el poder de la vida venidera. La Palabra del Señor será en vuestros labios cual verdad y justicia.

El esfuerzo personal por otros debe ser precedido de mucha oración secreta; pues requiere gran sabiduría el comprender la ciencia de salvar almas. Antes de comunicaros con los hombres, comunicaos con Cristo. Ante el trono de la gracia celestial, obtened una preparación para ministrar a la gente.

Quebrántese vuestro corazón por el anhelo que tenga de Dios, del Dios vivo. La vida de Cristo ha mostrado lo que la humanidad puede hacer participando de la naturaleza divina. Todo lo que Cristo recibió de Dios, podemos recibirlo también nosotros.

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LA ORACIÓN
   CAPÍTULO 31- “RECIBIR PARA DAR
Por: Elena G De White
Colaboradores: Adriana Jiménez & América Lara

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