Notas de Ellen G. White 2021 Para el: 12 julio
Por medio de la parábola del hombre rico, Cristo demostró la necesidad de aquellos que hacen del mundo toda su ambición. Este hombre lo había recibido todo de Dios. El sol había brillado sobre sus propiedades, porque sus rayos caen sobre el justo y el injusto. Las lluvias del cielo descienden sobre el malo y el bueno. El Señor había hecho prosperar la vegetación, y producir abundantemente los campos. El hombre rico estaba perplejo porque no sabía qué hacer con sus productos. Sus graneros estaban llenos hasta rebosar, y no tenía lugar en que poner el excedente de su cosecha. No pensó en Dios, de quien proceden todas las bondades. No se daba cuenta de que Dios lo había hecho administrador de sus bienes, para que ayudase a los necesitados. Se le ofrecía una bendita oportunidad de ser dispensador de Dios, pero solo pensó en procurar su propia comodidad.
Al vivir para sí mismo había rechazado aquel amor divino que se hubiera derramado con misericordia hacia 203sus semejantes. De esa manera había rechazado la vida. Porque Dios es amor, y el amor es vida. Este hombre había escogido lo terrenal antes que lo espiritual, y con lo terrenal debía morir.
“Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios” (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 201-203).
Entre los que serán amargamente chasqueados en el día del cómputo final, estarán los que han sido externamente religiosos, y que aparentemente han vivido vidas cristianas. Pero el yo está entretejido en todo lo que hacen. Se enorgullecen de su moralidad, su influencia, su habilidad para ocupar puestos más elevados que los de otros [y] su conocimiento de la verdad, pues creen que esos atributos les ganarán la alabanza de Cristo. “Señor —suplican—, delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste”. Lucas 13:26. “¿No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Mateo 7:22.
Pero Cristo dice: “Nunca os conocí; apartaos de mí”. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21 (Mensajes selectos, t. 1, p. 94).
Pablo… estaba convencido de que, con tal que se lograse que los hombres considerasen el asombroso sacrificio realizado por la Majestad del cielo, el egoísmo sería desterrado de sus corazones… Dirige primero el pensamiento a la contemplación del puesto que Cristo ocupaba en el cielo, en el seno de su Padre. Después lo presenta abdicando de su gloria, sometiéndose voluntariamente a las humillantes condiciones de la vida humana, asumiendo las responsabilidades de un siervo, y haciéndose obediente hasta la muerte más ignominiosa, repulsiva y dolorosa: la muerte en la cruz. ¿Podemos contemplar tan admirable manifestación del amor de Dios sin agradecimiento ni amor, y sin un sentimiento profundo de que ya no somos nuestros? A un Maestro como Cristo no debe servírsele impulsado por móviles forzados y egoístas (El ministerio de curación, p. 401).
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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2021.
3rd Trimestre 2021 DESCANSO EN CRISTO«
Lección 3: «“LAS RAÍCES DEL DESCONTENTO”»
Colaboradores: Misael Morillo & Meri Aviña
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