En el pasaje anterior, Pablo enfatizaba los dones concedidos a la iglesia y el gozo de la esperanza. Ahora, de manera inmediata, aparece el contraste de los “sufridos en la tribulación”. Pablo insiste mucho con este tema. Él mismo lo sufrió en carne propia toda la vida, por eso recomienda que seamos resistentes, pacientes y sufridos, porque tarde o temprano los propósitos divinos se cumplirán.
Una madre, de apenas 26 años, se paró al lado del lecho de su hijito que transitaba los últimos momentos de su vida. Solo tenía seis años, y no tendría chances de crecer y alcanzar sus sueños. Así que, su mamá hizo todo lo posible para que, al menos, uno de estos fuese realidad. Asegurando con fuerzas la mano de su hijo, le preguntó: “Billy, ¿qué te gustaría ser cuando seas más grande?” Sin dudarlo, el niño dijo: “Siempre quise ser un bombero”.
Rápidamente, la mamá hizo los arreglos. Fue al cuerpo de bomberos en Phoenix (Arizona, Estados Unidos) y encontró a un bombero muy gentil, llamado Bob. Le explicó la situación de su hijo, y le pregunto si, como último deseo, podrían darle una vuelta en la autobomba de los bomberos. Sonriente, Bob le ofreció hacer algo más que eso: lo harían bombero honorario durante todo un día, para estar con ellos en el cuartel, compartir la comida, responder las llamadas y salir a atender las emergencias. Incluso, harían un uniforme para él.
Tres días después, el bombero Bob vistió a Billy y le obsequió su nuevo uniforme. Luego, lo llevaron desde el hospital hasta el cuartel en el camión de bomberos. Tres incidentes sucedieron ese día, y Billy estuvo en ellos.
Después de esta demostración de cariño, Billy tuvo una mejoría y vivió tres meses más de lo que los pronósticos médicos habían estimado. Cierta noche, sus signos vitales comenzaron a caer de manera dramática. Toda la familia estaba allí, acompañando, y tuvieron la idea de llamar al cuerpo de bomberos.
El comandante decidió ir con el camión y, frente a la ventana del hospital, hicieron sonar sus sirenas con sus luces. De prisa, con la escalera extendida sobre la ventana, 16 bomberos fueron hasta su cuarto. Con sus últimas fuerzas, Billy preguntó al comandante si había sido un buen bombero. “Sí”, respondió el hombre, “¡has sido uno de los mejores!” Con una sonrisa, Billy cerró sus ojos y ya no los volvió a abrir.
Sean cuales fueren tus tribulaciones, puedes ir hasta el “cuartel de bomberos” del Universo. El Comandante te rodeará con todos sus recursos, y en hora y forma cierta tus luchas serán vencidas. De sufrido, no solo pasarás a ser consolado; también serás victorioso. Dios siempre cumple sus sueños. Entrégate hoy en sus brazos.