“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia. Anda según los caminos de tu corazón y la vista de tus ojos, pero recuerda que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” Ecl. 11:9, RVR 95.
La adolescencia está llena de emociones y descubrimientos; es el tiempo de dejar la infancia y de comenzar a tomar algunas decisiones con responsabilidad. En este proceso descubres una nueva imagen de ti misma cuando estás frente al espejo. Y no solo eso, sino que también experimentas nuevas emociones, nuevas formas de sentir y de vivir. Sin lugar a dudas, es una etapa que recordarás el resto de tu vida y que determinará en gran medida tu futuro. Por eso es importante que seas cautelosa y prudente.
Sí, sé cautelosa y prudente en lo que hagas, pienses y sientas durante tu adolescencia. Por supuesto, en todo esto no estás sola; cuando tengas dudas, acude a tus padres y a personas que te muestren con su vida lo que es bueno. La mayoría de las chicas adolescentes se quieren “comer” la vida antes de tiempo, y son arrastradas por su grupo de iguales a vivir experiencias para las que no están preparadas. Los noviazgos prematuros, la búsqueda obstinada de independencia y el deseo de experimentar nuevas emociones te pueden llevar al borde del precipicio y, en el peor de los casos, a la muerte.
Revisa algunos consejos que te ayudarán a ser asertiva en esta etapa:
No siempre lo que dice la mayoría es lo mejor.
No te dejes llevar por formas de vida que no estén de acuerdo con los valores que has aprendido en tu hogar.
Las personas adultas no son anticuadas; solo tienen experiencia. Escucha sus consejos.
Rodéate de amigos y amigas que piensen y vivan de acuerdo a los principios y valores del evangelio.
Sé cuidadosa en el manejo de las redes sociales.
No te quejes por todo; la vida requiere esfuerzo y mucho trabajo.
No eches la culpa a tus padres por tu mala conducta.
Fumar, consumir alcohol y drogas no te hacen adulta; te hacen “adicta”. No olvides el consejo del sabio: “El que haga un hoyo caerá en él” (Ecl. 10:8, RVR 95). Mi querida niña, construye tu vida con sabiduría; ahora es el momento.