“¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ‘Por qué me has hecho así’? ¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9:20, 21).
Cuando el alfarero moldea la arcilla y la somete a una temperatura apropiada, se transforma en un recipiente valioso. Pablo utiliza esta figura bien ilustrativa para establecer una gran diferencia entre el barro y el ser humano: nosotros podemos resistirnos al cambio, impidiendo al alfarero que logre su producto final. ¿Podemos armonizar el asunto de la soberanía de Dios y la responsabilidad humana? ¿Hasta dónde el poder de Dios se impone ante la fragilidad humana, y hasta donde el débil ser impide la actuación divina? Pablo dice que no podemos altercar con Dios,
¿acaso puede el barro discutir con el alfarero? ¿Hay prefabricados vasos de ira, listos para oponerse, y vasos de misericordia, listos para dejarse moldear? El mismo sol que derrite la nieve endure la arcilla. El sol es el mismo, pero la composición del suelo es diferente. Tanto el sembrador como la semilla son los mismos, pero es la receptividad y la disposición del suelo lo importante. A veces la semilla ni penetra el suelo; otras, penetra y luego se ahoga; y solo en uno cumple el propósito y produce los mejores frutos.
Cierta parábola cuenta que una pareja visitó un negocio y encontraron una valiosa taza que llamó mucho su atención, pues nunca habían visto un producto tan fino. Para su sorpresa… ¡la taza comenzó a hablarles!: “No siempre he sido así. Yo solo era un montón de barro hasta que mi alfarero me golpeó y amoldó. Entonces me desesperé y le grité: ‘¡Déjeme en paz!’ Él sonrió y me dijo: ‘Resiste un poco más’.
Después, me puso en un horno. ¡Nunca había sentido tanto calor! “Luego, él me dejo enfriar, pero solo lo suficiente para ser cepillada y pintada. La pintura era asfixiante. Yo le gritaba, pero él solamente decía: ‘Resiste un poco más’. Otra vez al horno (ahora mucho más caliente), y otra vez grité y lloré, solo para volver a escuchar: ‘Resiste un poco más’. Después de un tiempo en la repisa, mi creador me dijo: ‘Ahora eres un producto terminado. Eres lo que yo tenía en mente cuando te empecé a formar’ ”.
Tal vez haya cosas en tu vida que aún necesitan ser moldeadas. El Alfarero tiene en mente lo mejor para ti. Quiere y puede hacerlo. Pero, desde luego, necesita tu consentimiento. No dudes en entregarte a él por completo, y si estás pasando por dificultades, escucha su voz: “Resiste un poco más”.