«Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5: 5-9, RV95).
«El más grande entre ustedes debe servir a los demás. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido» (Mateo 23: 11, 12).
«Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse. Porque el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios» (Santiago 1:19, 20).
«No seas vengativo ni rencoroso con tu propia gente. Ama a tu prójimo, que es como tú mismo. Yo soy el Señor» (Levítico 19: 18).
PUNTOS DE VISTA
«El orgullo nos hace artificiales y la humildad nos convierte en auténticos».— Thomas Merton, monje trapense, poeta y escritor estadounidense del siglo XX.
«Lo que hace que la humildad sea tan deseable, es su resultado maravilloso con nosotros. Crea en las personas la capacidad de lograr la intimidad más cercana posible con Dios».— Mónica Baldwin, autora y monja católica del siglo XX
APLÍCALA A TU VIDA
La mansedumbre y la misericordia están íntimamente relacionadas con la humildad. Pero la gente suele confundir la mansedumbre o la misericordia con la sumisión. ¿Qué opinas? Lee las Bienaventuranzas de Mateo 5 y escribe tu opinión sobre lo que verdaderamente significa ser manso, misericordioso, pacificador y puro de corazón