“Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” Rom. 8:28.
La palabra “fracaso” tiene una connotación marcadamente negativa. Decimos despectivamente que alguien es “un fracasado” cuando sus deseos o proyectos de vida no llegaron al término deseado. Sin embargo, algunos autores motivacionales afirman que el fracaso puede no ser tal, pues se convierte en un acicate para el desarrollo y el crecimiento personales, si así sabemos verlo.
Frente a un “fracaso”, siempre tenemos dos opciones: asumirlo como una derrota permanente o interpretarlo como un agente movilizador de nueva energía, que nos impulsa desde lo más profundo a intentarlo de nuevo, pero esta vez tratando de evitar los errores cometidos en el intento anterior. Cuando pienso en los más de mil intentos de Tomás Edison hasta conseguir inventar la moderna bombilla eléctrica, me quedo simplemente asombrada. Al ser cuestionado acerca de esos mil “fracasos”, él aclaró: “No, claro que no fracasé mil veces, sino que descubrí mil formas distintas de cómo no se hace una bombilla”.
Tú, que has depositado su confianza y la dirección de tu vida en las manos de Dios, no estás exenta de fracasar (que no es lo mismo que ser derrotada). Pero recuerda que ese fracaso es una gran lección. Un pequeño “fracaso”, percibido como un escalón hacia la meta, no es ni más ni menos que un aprendizaje valioso que la vida te da.
Cambia tu percepción cuando te encuentres frente al fracaso:
No significa que no has logrado nada; significa que has aprendido algo.
No significa que no puedes; significa que estuviste dispuesta a seguir el método de ensayo y error.
No significa que no sabes; significa que debes hacerlo de nuevo pero de forma diferente.
No significa que jamás lograrás esa meta; significa que debes cambiar tu forma de llegar a ella.
No significa que eres inferior; significa que no somos perfectos.
Satanás intentará hacerte creer que eres una fracasada y que Dios está ajeno a tus necesidades. Quizá también intente mostrarte un camino fácil para alcanzar tus metas y proyectos de vida. No te quedes “estancada” en esos pensamientos; mira con optimismo realista tus posibilidades y vuelve a intentarlo, buscando fervientemente la dirección divina.