Ruego a los alumnos de nuestras escuelas que manifiesten seriedad. La frivolidad de los jóvenes no agrada a Dios. Sus deportes y juegos abren la puerta a un raudal de tentaciones. Poseen una dote celestial de Dios en sus facultades intelectuales, y no deben permitir que sus pensamientos sean triviales y bajos. Un carácter formado de acuerdo con los preceptos de la Palabra de Dios revelará principios firmes, aspiraciones puras y nobles. El Espíritu Santo coopera con las facultades de la mente humana, y el resultado seguro son impulsos elevados y santos…
Las partidas de placer bajas y comunes, las reuniones para comer y beber, los cantos y la música de instrumentos, son inspirados por un espíritu que procede de lo bajo. Son una ofrenda a Satanás…
Los que van a la cabeza en estas frivolidades dejan sobre la causa una mancha que no se borrará fácilmente. Hieren sus propias almas y llevarán las cicatrices durante toda su vida. El que hace mal puede ver sus pecados y arrepentirse, y Dios puede perdonar al transgresor; pero la facultad del discernimiento que debiera haberse mantenido siempre aguda y sensible para distinguir entre lo sagrado y lo común, queda en gran medida destruida.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 279- 281.