«A fin de que el pecado, por medio del mandamiento, llegará a ser extremadamente pecaminoso». Romanos 7: 13
CON GRAN MISERICORDIA, según su divino carácter, Dios soportó por mucho tiempo a Lucifer. El espíritu de descontento y desafecto no se había conocido antes en el cielo. Era un elemento nuevo, extraño, misterioso e inexplicable. Lucifer mismo, al principio, no entendía la verdadera naturaleza de sus sentimientos; durante algún tiempo había temido dar expresión a los pensamientos y a las imaginaciones de su mente; sin embargo no los desechó. No veía el alcance de su extravío. Para convencerlo de su error, se hizo cuanto esfuerzo podían sugerir la sabiduría y el amor infinitos. Se le probó que su desafecto no tenía razón de ser, y se le hizo saber cuál sería el resultado si persistía en su rebeldía.
Lucifer quedó convencido de que se hallaba en el error. Vio que «el Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras» (Sal. 145: 17), que los estatutos divinos son justos, y que debía reconocerlos como tales ante todo el cielo […].
Casi decidió volver sobre sus pasos, pero el orgullo no se lo permitió […]. Defendió persistentemente su conducta y se dedicó de lleno al gran conflicto contra su Creador […].
La rebelión de Satanás había de ser una lección para el universo a través de todos los siglos venideros; un testimonio perpetuo en cuanto a la naturaleza del pecado y sus terribles consecuencias […].
De esta manera la historia de este terrible experimento de la rebelión iba a ser una perpetua salvaguardia para todos los seres santos, para evitar que sean engañados sobre la naturaleza de la transgresión, para salvarlos de cometer pecado y sufrir sus consecuencias.— Patriarcas y profetas, cap. 1, pp. 17-21.
Devocional Vespertino Para 2021. «La Fe por la cual vivo» «SATANÁS Y LA GRAN REBELIÓN» Por: Elena G. de White Colaboradores: Martha González & Joaquín Maldonado