Versículo para memorizar: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Juan 12:13).
Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:28-40; Juan 12:12-19; El Deseado de todas las gentes, cap. 63, pp. 537-546.
Mensaje: Adoramos a Dios cuando lo alabamos.
¿Tienes algún amigo que haya hecho algo fuera de lo común? ¿Algo que nunca había hecho antes? En la historia bíblica de hoy, Jesús está preparándose para entrar en Jerusalén. Él sabe que pronto enfrentará la muerte y hace algunas cosas inusuales, que nunca había hecho antes. Sucedió de esta manera: Jesús y sus discípulos iban de camino a Jerusalén. De pronto, les dijo a dos de sus discípulos: —Vayan a la aldea que está enfrente y allí encontrarán atado un burrito en el que nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. Y si alguien les pregunta “¿Por qué lo desatan?” díganle: “El Señor lo necesita y enseguida lo devolverá”. “Fueron, encontraron un burrito afuera en la calle, atado a un portón, y lo desataron. Entonces algunos de los que estaban allí les preguntaron: ‘¿Qué hacen desatando el burrito?’ Ellos contestaron como Jesús les había dicho, y les dejaron desatarlo” (Marcos 11:2-6).
Así que los discípulos llevaron el burrito a Jesús. Ellos le pusieron sus mantos en el lomo al burrito, y Jesús se sentó. “Jesús seguía la costumbre de los judíos en cuanto a una entrada real”.* El burrito era como aquellos que cabalgaban los reyes de Israel en la antigüedad. Con años de anticipación Zacarías había profetizado acerca de eso. Él escribió que el Mesías se presentaría a sí mismo ante el pueblo de Jerusalén; y que lo haría cabalgando en un burrito (Zacarías 9:9). La gente conocía aquella profecía. ¡Tan pronto como Jesús se sentó sobre el burrito, los discípulos y otros empezaron a gritar! La gente lo ensalzaba como el Mesías, su Rey. ¿Recuerdas a Lázaro, el amigo de Jesús a quien le devolvió la vida? Lázaro tomó las riendas y comenzó a guiar el burrito por las calles de Jerusalén.
** Los discípulos de Jesús ponían sus mantos y sacos delante de Jesús para que el burrito caminara sobre ellos. Cuando la gente vio lo que estaba sucediendo, empezaron a gritar y a echar sus mantos también en el camino. Junto con los discípulos gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Juan 12:13). (Hosanna es una exclamación de alabanza a Dios.) La gente estaba agradecida a Dios por haberles enviado al Mesías. Estaban reverenciando a Jesús como nunca antes lo habían hecho. Mucha gente había ido a Jerusalén para celebrar la Pascua. La Pascua era una celebración para recordar cómo Dios había sacado al pueblo hebreo de Egipto muchos años antes. Muchas de aquellas personas nunca habían oído hablar de Jesús. Al ver el gentío alrededor de Jesús preguntaron quién era. Luego se unieron al gran desfile de alabanza. Había entre la multitud quienes conocían a Jesús. Sabían que él había sanado y resucitado muertos. Así que una gran multitud seguía a Jesús gritando alabanzas, mientras él entraba a Jerusalén. Pero los dirigentes judíos no hacían lo mismo. Estaban celosos de Jesús. Trataron de callar a la gente, pero no pudieron.
Así que enojados reclamaron a Jesús:
—¡Maestro, dile a esta gente que se calle!
—Les aseguro —respondió Jesús—, “¡si ellos se callan, gritarán las piedras!” (Ver Lucas 19:39, 40.) Él les estaba diciendo que era apropiado y correcto que lo alabaran como Dios. Y si la gente no lo hacía, ¡su creación lo haría! Cuando el desfile terminó, los discípulos de Jesús estaban emocionados y felices. Pensaban que verdaderamente Jesús sería su poderoso rey y que libertaría a Israel. Todavía no entendían que él pronto iba a morir por ellos. Pero por ese único día, Jesús permitió a la gente que lo tratara como un rey. Les permitió que lo adoraran. Los dejó que gritaran, “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” De esta manera le mostraban su amor y reverencia. Ahora cuando adoramos a Jesús, también nosotros, lo adoramos como nuestro Rey y nuestro Salvador. ¡Él es digno de ser alabado! * El Deseado de todas las gentes, cap. 63, p. 538. ** Ibíd, p. 539.