«Mi mandamiento es este: Que se amen unos a otros como yo los he amado a ustedes. El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos» (Juan 15: 12-13).
Con su vida y su muerte, Jesús nos dio un ejemplo perfecto de lo que significa amar a los demás. Aquel jueves por la noche, Jesús ya sabía que al día siguiente iba a morir en la cruz. Las profecías que señalaban a su sufrimiento y muerte, se cumplirían en el momento exacto. Pero aún quedaban tantas cosas por decirles a sus discípulos… Lamentablemente, ellos no estaban preparados para entender lo que iba a decirles. Durante la Última Cena juntos, en la que Jesús intentó prepararlos para su muerte, los discípulos comenzaron a discutir sobre cuál de ellos era el más importante (ver Lucas 22: 24). Desde luego, aún estaban muy lejos de parecerse a su Maestro. Jesús quería que Pedro, Mateo, Tomás y el resto de los discípulos, entendieran qué significa amar de verdad.
Pero no se limitó a explicárselo, sino que se lo demostró con hechos. «Se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura» (Juan 13: 4-5). En los tiempos de Jesús, cuando la gente se reunía para cenar juntos, un criado lavaba los pies de los
invitados para que se sintieran limpios y cómodos. Pero ninguno de los discípulos quería hacer el trabajo de un criado. Sin embargo, Jesús, el Maestro de todos ellos, lo hizo, enseñándoles así cuánto los amaba, incluso a Judas, que aquella misma noche lo traicionaría. Cuando Jesús terminó de lavar y secar los pies de sus discípulos, les dijo: «Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes
hagan lo mismo que yo les he hecho» (Juan 13: 15). Quería que ellos fueran humildes y ayudaran a los demás, en lugar de creerse superiores.
Aquella misma noche, un poco más tarde, fueron todos al Getsemaní, donde Jesús insistió nuevamente en que debían seguir su ejemplo: «Mi mandamiento es este: Que se amen unos a otros
como yo los he amado a ustedes» (Juan 15: 12). Ya les había demostrado que para amar no podemos sentirnos superiores, sino que hemos de servir a los demás. Además añadió que «el amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos» (versículo 13). Al día siguiente, Jesús demostraría a todo el mundo ese amor entregando su vida por sus discípulos y por cada uno de nosotros. Su muerte se convirtió en el máximo ejemplo de amor y nos mostró claramente hasta qué punto nos ama Dios.
«Ámense los unos a los otros», dijo Jesús antes de morir. Esto era tan importante que lo repitió cuatro veces. Parece una petición sencilla, pero es una de las peticiones más complejas que Jesús nos hace. Jesús no solo amaba a sus amigos, sino también a sus enemigos. Por eso pidió a Dios que perdonara a quienes lo estaban clavando en la cruz. Él murió por todos, tanto por los que lo aceptan como su salvador como por los que no. A veces se nos hace difícil amar y servir a nuestros seres queridos, pero amar a nuestros enemigos es mucho más difícil. Para lograrlo, tenemos que mirar a Jesús y seguir su ejemplo. Ahora bien, no podemos hacerlo solos, sino que necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Él es el único que tiene el poder para transformar nuestro orgulloso
corazón y hacernos sensibles a los demás.
Jesús quiere que seamos sus amigos, que pasemos tiempo con él y que aprendamos lo que quiere enseñarnos. «Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho» (Juan 15: 14-15). Jesús no quiere que seamos siervos, que ciegamente obedecemos órdenes simplemente porque tenemos que obedecerlas. Él quiere que lo conozcamos, que lo amemos, y que decidamos seguir su ejemplo. «Ustedes no me escogieron a mí,
sino que yo los he escogido a ustedes» dijo (versículo 16). Él nos ha elegido como amigos suyos para que llevemos fruto y compartamos su amor con todo el mundo. Y por si lo olvidamos, Jesús lo repitió una vez mas: «Ámense los unos a los otros» (versículo 17).
Lección de Escuela Sabática para MENORES. 1er. Trimestre 2021 <LA GRACIA DE DIOS TRASPASA FRONTERA> Lección 12: «ESO ES LO ÚNICO QUE PIDO » Colaboradores: Karla González & Antonio Orellana