Mucha paz tienen los que aman tu ley; y no hay para ellos tropiezo. Salmos 119:165.
“Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán, de quien declaró: ‘Oyó Abrahán, mi voz, y guardó mis preceptos, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.’”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 378.
“Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: ‘Sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos.’ Nehemías 9:13. Y Pablo, el apóstol de los gentiles, declara: ‘La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno.’”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 381.
“El mundo entero será juzgado por la ley moral, de acuerdo con la oportunidad que cada uno haya tenido de conocerla, ya sea por la razón, la tradición o la palabra escrita.”—The Signs of the Times, 9 de junio de 1881.
“La ley es una expresión del pensamiento de Dios. Cuando la recibimos en Cristo, se convierte en nuestro pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias naturales, por encima de las tentaciones que conducen al pecado. ‘Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.’”—The S.D.A. Bible Commentary 6:1110.
Devocional Vespertino Para 2021. «La Fe por la cual vivo» «SATANÁS Y LA GRAN REBELIÓN» Por: Elena G. de White Colaboradores: Martha González & Joaquín Maldonado