El deseo de excitación y agradable entretenimiento es una tentación y una trampa para el pueblo de Dios y especialmente para los jóvenes. Satanás está preparando constantemente seducciones que distraigan las mentes de la obra solemne de preparación para las escenas que están a punto de sobrevenir. Por medio de los agentes humanos, mantiene una excitación continua para inducir a los incautos a participar en los placeres mundanales. Hay espectáculos, conferencias y una variedad infinita de entretenimientos calculados para inducirlos a amar al mundo; y esta unión con el mundo debilita la fe.
Satanás es un obrero perseverante, un enemigo artero y mortífero. Cuando quiera que se pronuncia una palabra, sea en adulación o para inducir a los jóvenes a mirar algún pecado con menos aborrecimiento, se aprovecha de ella, y nutre la mala semilla a fin de que eche raíces y dé una cosecha abundante. El es, en todo el sentido de la palabra, un engañador, un hábil encantador. Tiene muchas redes de mallas finas, que parecen inocentes, pero que han sido preparadas hábilmente para atrapar a los jóvenes incautos. La mente natural se inclina al placer y la complacencia propia. Es el propósito de Satanás llenar la mente con un deseo de diversiones mundanales, a fin de que no haya tiempo para atender a la pregunta: ¿Cómo está mi alma?