El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión directa con el Padre y el Hijo […]. Le veremos cara a cara, sin velo que nos lo oculte.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 735 (1911).
Habitaremos siempre con él y gozaremos de la luz de su precioso semblante. Mi corazón salta de gozo ante tan alentadora perspectiva.—En Lugares Celestiales, 354 (1856).
El cielo es donde Cristo está. Para quienes aman a Cristo, el cielo no sería cielo si él no estuviera allí.—Manuscrito 41, 1896.
Habrá una relación íntima y tierna entre Dios y los santos resucitados.—El Deseado de Todas las Gentes, 558 (1898).
Arrojando a los pies del Redentor las coronas que él ha colocado en nuestras cabezas, y tocando nuestras arpas doradas, llenaremos todo el cielo con alabanzas a Aquel que está sentado sobre el trono.— Testimonies for the Church 8:254 (1904).
Si durante esta vida son leales a Dios, al fin “verán su cara; y su nombre estará en sus frentes”. Apocalipsis 22:4. ¿Qué es la felicidad del cielo si no es ver a Dios? ¿Qué mayor gozo puede obtener el pecador salvado por la gracia de Cristo que el de mirar el rostro de Dios y conocerle como Padre?—Joyas de los Testimonios 3:266 (1904).