Allá está la Nueva Jerusalén, la metrópoli de la nueva tierra glorificada, “corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo”. Isaías 62:3. “Su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. Apocalipsis 21:11. “Las naciones… andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella”. vers. 24. El Señor dijo: “Me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo”. Isaías 65:19…
En la ciudad de Dios “no habrá ya más noche”. Nadie necesitará ni deseará descanso. No habrá quien se canse haciendo la voluntad de Dios ni ofreciendo alabanzas a su nombre. Sentiremos siempre la frescura de la mañana, que nunca se agostará. “No tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará”. Apocalipsis 22:5. La luz del sol será sobrepujada por un brillo que sin deslumbrar la vista excederá sin medida la claridad de nuestro mediodía. La gloria de Dios y del Cordero inunda la ciudad santa con una luz que nunca se desvanece. Los redimidos andan en la luz gloriosa de un día eterno que no necesita sol (Maranatha, p. 356; parcialmente en Maranata: el Señor viene, p. 354, y en El conflicto de los siglos, p. 655).
“Y a toda cosa creada que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, las oí decir: ¡Bendición, y honra y gloria y dominio al que está sentado sobre el trono, y al Cordero, por los siglos de los siglos!” Apocalipsis 5:13 (VM).
El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor (El conflicto de los siglos, p. 657).
“El sábado fue santificado en ocasión de la creación. Tal cual fue ordenado para el hombre. Tuvo su origen cuando “las estrellas todas del alba alababan y se regocijaban todos los hijos de Dios””. Job 38:7.
«El sábado no era para Israel solamente sino para todo el mundo. Había sido dado a conocer al hombre en el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo es de obligación imperecedera. Acerca de aquella ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo declara: ‘Hasta que perezca el cielo y la tierra ni una jota ni una tilde perecerá de la ley’. Mateo 5:18. Así que mientras duren los cielos y la tierra el sábado continuará siendo una señal del poder creador. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, el santo día de reposo de Dios será honrado por todos los que moren debajo del sol. ‘De sábado en sábado’ los habitantes de la tierra renovada y glorificada subirán ‘a adorar delante de mí, dijo Jehová” (La fe por la cual vivo, p. 39).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
1re. Trimestre 2021 ISAÍAS: «CONSOLAOS, PUEBLO MÍO«
Lección 13: «“EL NUEVO NACIMIENTO DEL PLANETA TIERRA”»
Colaboradores: Esther Jiménez & Meri Ruiz