Cuando Adán salió de la mano de su Creador, era de noble estatura y de hermoso simetría. Era más que el doble de alto que los hombres que ahora viven en la tierra, y era bien proporcionado. Sus rasgos eran perfectos y hermosos. Su complexión no era blanca ni amarillenta, sino vigorosa, resplandeciente con el rico tinte de la salud. Eva no era tan alta como Adán. Su cabeza llegaba un poco por encima de los hombros de su compañero. Ella también era noble, perfecta en simetría y muy hermosa.—Spiritual Gifts 3:34 (1864).
La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles. Mientras vivieron obedeciendo a Dios, este atavío de luz continuó revistiéndolos.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 26 (1890).