“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Romanos 6:3).
¿Sabemos qué significa “saber”? Técnicamente es conocer, tener noticias de algo, o habilidad o capacidad para hacer algo. Sin embargo, Pablo nos desafía en Romanos 6 a saber, por lo menos, tres cosas. El primer saber es que estamos unidos a Cristo y su muerte por medio del bautismo. El pecado nos separó de Cristo, pero en el bautismo somos unidos a él, a su muerte y a lo que esto significa. Dejamos de estar bajo el reino de Adán, para formar parte del Reino de Cristo. En el bautismo, crucificamos el pecado en nuestros corazones, morimos a la vida vieja, somos sepultados, inmersos juntamente con él, para emerger, resucitar a una nueva vida.
Así, somos plantados e injertados con él para una vida nueva. Este símbolo bíblico del bautismo se suma al resto de evidencias bíblicas de que el bautismo es por inmersión, para que se cumpla su significado y para seguir el ejemplo de Jesús. El segundo saber enfatiza la crucifixión de nuestro viejo hombre juntamente con Cristo. Seguimos teniendo una naturaleza pecaminosa, pero por Cristo y la obra del Espíritu Santo, dependiendo siempre de él, podemos vencer.
Así como la muerte del esclavo lo liberaba de su servidumbre, el creyente que muere con Cristo en el bautismo queda liberado de la esclavitud del pecado. El tercer saber se relaciona con la resurrección de Cristo. El Señor no quiere solo conducirnos a la muerte y la sepultura, sino también a la resurrección y a una vida nueva. Así como Cristo no volverá a la tumba porque ya ha vencido a la muerte, el creyente también será vencedor. La muerte ya no tendrá autoridad. La conclusión de este saber es que vivamos, es decir, apliquemos, el conocimiento a la vida. Saber y no aplicar lo que sabemos no nos otorga ventajas; por el contrario, aumenta nuestra responsabilidad, porque “al final, no se nos preguntará qué sabemos, sino qué hemos hecho con lo que sabemos” (Jean de Gerson).
¿Qué cosas podrían separarnos de aplicar lo que sabemos? Incoherencia entre el discurso y la acción, indiferencia, fanatismo, desidia, desvalorizar el conocimiento, prejuicios, presiones, burlas y oposición, entre otras. Pero nada disculpa ni justifica que un buen conocimiento no se practique; mucho menos cuando este tiene que ver no solo con el presente, sino con la eternidad.