Jesús ha traído el cielo a la vista y presenta su gloria ante nuestros ojos a fin de que la eternidad no sea eliminada de nuestros cálculos.— The Signs of the Times, 4 de abril de 1895.
Si mantenemos en vista las realidades eternas, formaremos el hábito de cultivar pensamientos de la presencia de Dios. Esto será un escudo contra las incursiones del enemigo. Proporcionará fuerza y seguridad, y elevará el alma por encima del temor. Si respiramos la atmósfera del cielo, dejaremos de respirar el aire viciado del mundo […].
Jesús viene para presentar las ventajas y la hermosura de las cosas celestiales, para que las atracciones del cielo se hagan familiares a los pensamientos, y que los recintos de la memoria se adornen con los cuadros de la hermosura celestial y eterna […].
El gran Maestro da al hombre una visión del mundo futuro. Lo presenta con sus atractivas posesiones a la contemplación humana […]. Si puede fijar la mente en la vida futura y sus bendiciones, en comparación con las preocupaciones temporales de este mundo, el notable contraste causa una profunda impresión sobre la mente, absorbiendo el corazón y el alma y todo el ser.—Nuestra Elevada Vocación, 287-288 (1890).