«Queda por hacer un trabajo que ha sido descuidado y debemos arrepentirnos de nuestra indiferencia hacia este trabajo, así como orar por un discernimiento espiritual para ver y sentir, como debemos, sus necesidades urgentes. Se nos ha confiado la verdad iluminadora y salvadora. Alrededor hay multitudes que nunca han sido iluminadas. A ellas debemos proclamar las verdades salvadoras del mensaje del tercer ángel. Debemos buscar almas, trabajar con toda diligencia para comunicar a los demás lo que es para su bienestar eterno.
»Las multitudes desprevenidas se están convirtiendo rápidamente en el deporte del maligno. Satanás los está llevando a muchas formas de locura y autocomplacencia. Muchos buscan lo novedoso y sorprendente; sus mentes están lejos de Dios y de las verdades de su Palabra. En este momento, cuando el enemigo está trabajando como nunca antes para absorber las mentes de los hombres y mujeres, y apartarlos de la verdad, deberíamos estar trabajando con una creciente actividad en las carreteras y también en los caminos. Con diligencia e interés debemos proclamar el último mensaje de misericordia en las ciudades, y el trabajo no debe terminar allí, sino que debe extenderse a los asentamientos circundantes y a los distritos del campo, a los caminos y a los setos. Todas las clases deben ser alcanzadas. Mientras trabajamos, nos encontraremos con varias nacionalidades. Ninguna debe ser pasada por alto sin ser advertida. El Señor Jesús fue el regalo de Dios para todo el mundo, no solo para las clases altas, ni para una sola nacionalidad con exclusión de otras. Su gracia salvadora rodea al mundo entero. Quien quiera puede beber del agua de la vida libremente. “El que invoque el nombre del Señor será salvado” (Hechos 2: 21). Pero hay un trabajo serio que hacer. La invitación del evangelio debe ser dada en todo lugar, porque “LCómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿y cómo oirán sin un predicador?” (Romanos 10: 14).
»El Señor desea que su pueblo se levante y haga la obra que le ha sido encomendada. La responsabilidad no recae solo en el ministerio. Los miembros laicos de la iglesia deben compartir las cargas de la salvación del alma.
»El Señor llama ahora a aquellos que tienen un conocimiento de la verdad z para este tiempo para despertar de su letargo y convertirse en verdaderos misioneros a su servicio. El tiempo es corto y el trabajo del Señor debe hacerse sin más demora».-ELENA G. DE WHITE, Carta 4 a W. C. White, 15 de febrero, 1911
Después del estudio de los capítulos de esta semana,
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021. 1er trimestre 2021 “Carta a los ROMANOS” Lección 9 «¿QUÉ OCURRIÓ CON ISRAEL?« Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo