“Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía” Sal. 37:5, 6, RVR 95.
Hace una década que mi madre descansa esperando la resurrección. Vivir sin su presencia física ha sido difícil; sin embargo, me doy cuenta de que casi todos los días la siento presente a través de sus enseñanzas, ilustraciones y frases, que han pasado a ser un legado familiar.
Mi madre fue una mujer sencilla. La mayor parte de su educación la recibió en la escuela de la vida. Siendo apenas una niña, enfrentó la orfandad, asumiendo el papel de madre de sus hermanos pequeños. Formó su familia con la fragilidad de sus 18 años. Fue una madre amorosa y una esposa fiel; y hoy, aunque ya no está en vida, el eco de su voz resuena en mi corazón, ayudándome a vivir sabiamente.
Lo que decimos y hacemos deja huellas imborrables. Con cada paso que damos escribimos nuestra historia y afectamos la historia de los demás. Cada cosa que tocamos, cada palabra pronunciada, cada mirada, cada acción en favor o en contra de alguien deja una huella. Lo mismo ocurre con las omisiones, es decir, lo que hubiéramos podido decir y hacer pero no hicimos ni dijimos.
Andemos con cautela. Nuestras acciones, por muy insignificantes que nos parezcan, marcarán la vida de alguien positiva o negativamente. Piensa en alguna persona que en algún momento de tu vida te dio apoyo, quizá, con una palabra, una mirada o un gesto, y lo que significó y aún significa para ti. “Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí, y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevan mucho, pero no habrá de los que no nos dejan nada” (Jorge Luis Borges).
Amiga, toma conciencia de esta gran responsabilidad y anda como conviene en el Señor. Piensa en tus familiares y en las personas que encontrarás al transitar las horas de este día; ¿qué tipo de huella dejarás en sus vidas?
No estás sola. La promesa del Señor dice: “Confía en Jehová y haz el bien; habitarás en la tierra y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará.
Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía” (Sal. 37:3-6, RVR 95).