He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. HABACUC 2:4
«Vivir por fe» es una expresión muy común en el vocabulario cristiano. En cambio, en el mundo secular el lema es, más bien, «Hasta no ver, no creer». Entre los miembros del reino de Jesucristo se promueve el mensaje de vivir por fe. Sin embargo, la idea de vivir por fe puede sonar emocionante y evocar toda suerte de aventuras emocionantes al principio. No obstante, con frecuencia, las personas encuentran mayor atractivo en la seguridad de saber qué es lo que va a ocurrir, en estar al mando de su propio futuro.
Obviamente, es más cómodo creer en lo tangible, en lo que se puede ver. Hay más seguridad cuando se tiene un buen empleo, una casa bonita, y algo de dinero en el banco, que en esperar que algo nos llegue mediante una mano invisible. Los que están desempleados y sin techo, los que han perdido a un ser querido o viven con una enfermedad incurable, frecuentemente se preguntan si tiene algún sentido confiar en Dios.
¿Cómo están las perspectivas de tu fe? Muchos tenemos nuestra propia agenda, en la que ocupa un lugar destacado nuestro punto de vista personal de cómo creemos que debe ser la intervención de Dios, de cómo debe gobernar el mundo, o de cómo debe impartir justicia. Molestos a veces por lo que ha hecho otra persona, decimos que Dios debería haberle dado un castigo doble del que recibió. Nos sentimos disconformes cuando él no actúa de acuerdo al tiempo que nosotros establecemos o en la forma que deseamos que haga las cosas. En consecuencia, nos angustiamos y confundimos. El profeta Habacuc vivió una situación similar. Su libro, una especie de diario personal, pone de manifiesto su disconformidad, sus dudas y su enojo con la actuación de Dios.
Una cosa es cierta: es imposible llamar a otros a la fe en Dios cuando nuestro propio corazón está lleno de tales sentimientos e interrogantes acerca de Dios. Quien considera a Dios completamente invisible no puede regocijarse en su fuerza. En una condición tal, la perspectiva de fe necesita cambiar, porque antes de que puedas persuadir a otras personas para que pongan su fe en Dios, debe cambiar la comprensión que tienes del Soberano del universo.
Con la fe de un niño, acepta hoy la conducción divina. Dial Señor que estás satisfecho con su dirección soberana, y abre tu corazón a la dinámica de la fe
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020
«Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios»
Por: Juan O Perla
Colaboradores: José Luc & Silvia García