Había una niña que vivía muy feliz con sus papás. Sin embargo, durante un tiempo, hubo una guerra en su país con el país vecino y los soldados se llevaron a la niña. A ella la eligieron para ser la empleada de un oficial del ejército llamado Naamán.
La niña trabajaba mucho y se mostraba siempre contenta, a pesar de sentir nostalgia de su familia.
Un día, Naamán se enfermó de lepra.
Entonces, la niña le dijo a su esposa:
—Si Naamán va a ver al profeta de Dios que vive en tierra, será curado.
Naamán no conocía a Dios, pero creyó en las palabras de la niña. Fue a ver el profeta y este le indicó que se lavara siete veces en el río Jordán. Naamán lo hizo y se curó.
¿Y yo?
Así como esa niña, diles a las personas que están enfermas que Dios las ama y que puede sanarlas.
Mi oración para hoy
Querido Jesús, ¡hay tantos enfermos que necesitan de ti! Quédate a su lado y confórtalos.
En la Biblia leemos:
«En una de las correrías de los sirios contra los israelitas, una muchachita fue hecha cautiva, y se quedó al servicio de la mujer de Naamán» (2 Reyes 5: 2).