-Continuaremos el relato que comenzamos ayer del apóstol Juan, como si él nos lo estuviera contando – inició el papá.
«Hola, en el capítulo 21 y 22 del libro de Apocalipsis describo lo que vi. Me emocioné mucho al ver la santa cuidad descender del cielo, la Nueva Jerusalén. Ya los salvos habían estado en el cielo por mil años juzgando a los que no fueron salvados. Vi que todo era felicidad, que la muerte ya no existía, y que los salvados mantendrán una alabanza de gratitud por la eternidad hacia Jesús, el Redentor, que hizo posible nuestra salvación.
«Con mis pobres palabras no te puedo describir lo hermoso que es la Nueva Jerusalén, es algo que nadie puede imaginar. Sus calles son de oro, sus puertas son de perlas, un hermoso río sale del trono de Dios y a cada una de sus orillas está el árbol de la vida, con dos troncos que se unen y ramas que dan doce frutos diferentes, uno por mes, para la sanidad de las naciones.
«No habrá sol, porque no lo necesitaremos ya que el mismo Dios será nuestra luz. Cuando vi todo eso, me puse a escribir, agradecido por el gran amor de Dios hacia nosotros los pecadores. El plan de salvación se había llevado a cabo con la muerte de Jesús. Este mensaje estaba lleno de esperanza para las iglesias. Jesús no nos había dejado solos. Esta revelación iba a fortalecer a los creyentes hasta el tiempo del fin. Los que quisieron callarme para que dejara de predicar no pudieron lograrlo.
«La revelación que Dios me dio en la isla de Patmos quedó registrada para las siguientes generaciones. Mi mayor anhelo al terminar de escribir el libro era que Jesús regresara ya. Por eso terminé diciendo: «Sí, ven Señor Jesús», amén».
Tomado De: Lecturas Devocionales Para Menores 2020.
“Descubre el Mejor Libro del Mundo”
Por: Noemí Gil Gálvez Colaboradores: Carlita Mariscal & Karla González.