Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. JUAN 15:5
¿Qué metas esperas alcanzar? ¿Qué sueño ha puesto Dios en tu corazón que anhelas ver hecho realidad? A pesar de tus temores e inseguridades, tú sí puedes realizar esos anhelos.
Para tener éxito en la vida cristiana tienes que poner tu centro de atención en Jesucristo. Él mismo lo declaró: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, sino permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Juan 15:4).
Cuando permanecemos siempre con el Señor, cuando no lo abandonamos, y estamos constantemente a su lado, él nos coloca en el puesto que desea que ocupemos. Sencillamente, lo que se requiere para triunfar en la vida cristiana es confianza total en el Señor.
Aprender a permanecer en vez de esforzarnos por alcanzar algo nos enseña a poner nuestra confianza en Alguien que sabe mucho más que nosotros en cuanto a la vida y al porvenir. Permanecer en Jesús significa que el Salvador es en todo momento la causa de todo bien en nuestra vida. Sin él no podemos hacer nada verdaderamente bueno, nada que honre a Dios y exalte a Cristo. Permanecer en él es confianza continua en la verdad de las palabras de Jesús y en la certeza de su amor. Nunca dejamos de creer que él nos ama. Aunque suframos persecuciones, enfermedades o abandono, siempre estamos convencidos de que su amor nunca cesa. Nos ama hoy igual que nos amaba ayer; y su amor por nosotros no cambiará mañana. Es el amor incondicional de Dios lo que nos cambia y trae consigo una realización duradera. Tan pronto entendemos y aceptamos que no hay amor más grande que el amor de Dios, estamos listos para dar el primer paso a esa vida abundante, plena y extraordinaria.
La persona que permanece en el Señor ya no vive para sí, sino para Jesucristo. Descubre que Dios toma sus pensamientos y los conforma a su voluntad y propósito, que el Señor aguza sus talentos, purifica su mente y lo prepara para el servicio de su reino. Sus tesoros terrenales y las cosas que tiene en gran estimase convierten en ofrendas de alabanza y adoración. Los sentimientos de rencor y amargura se desvanecen, porque recibimos el amor y el perdón divinos.
Permanece en el Señor y descansarás, porque Dios tiene el control de todas las cosas. Contémplalo solo a él, no las cosas que te hacen sentir temor e inseguridad.
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020
«Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios»
Por: Juan O Perla
Colaboradores: José Luc & Silvia García