«La riqueza y la honra me acompañan, las verdaderas riquezas y la justicia» (Proverbios 8:18).
La prosperidad tiene amplias dimensiones. Por ejemplo, involucra el ámbito emocional, físico, espiritual, familiar, social y, por supuesto, material. Es evidente que Dios espera que tengamos una prosperidad integral. Pero afirmar que únicamente la bonanza económica es una muestra del favor divino, con todo lo que ello implica, es minimizar el concepto bíblico de la prosperidad.
«Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que tu alma prospera» (3 Juan 2). ¿Qué trata de decir este versículo? ¿Acaso el dolor o el sufrimiento son señales de desagrado divino? ¿Qué sucede con aquellos que están enfermos? En los siguientes versículos, el apóstol Juan nos ofrece los secretos para alcanzar un completo bienestar.
Sé fiel a la verdad de Dios (vers. 3). La fidelidad a la Palabra de Dios es el fundamento de una genuina prosperidad. Cualquier tipo de bonanza basada en la infidelidad a las enseñanzas de la Palabra de Dios resulta engañosa porque no tiene la bendición del cielo. No necesariamente recibiremos la recompensa en esta tierra, pero lo cierto es que habremos de recibirla (Apocalipsis 2:10).
Presta servicio a los demás (vers. 5). Servir al prójimo brinda una profunda satisfacción emocional (Marcos 10:45), además, favorece la paz mental y el sentimiento de utilidad. ¡Y eso sí que es prosperar!
Expresa el amor a tus semejantes (vers. 6). Una persona que crece en la fe manifiesta su afecto hacia sus semejantes, ya que confirma algo muy importante: «Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios» (1 Juan 4:7).
Enséñale a otro a ser una mejor persona (vers. 6, 7). Mejorar la vida de los demás es algo muy eficaz para transformar positivamente la nuestra. De lo contrario, viviremos vidas egoístas y llenas de amargura, a pesar de contar con suficientes recursos económicos.
Esfuérzate en cooperar con los demás (vers. 8). Es necesario aprender a trabajar en equipo y no aislarnos de la gente. Aprender a cooperar con personas que piensan distinto es un gran indicador de una sólida prosperidad emocional y madurez social.
Dios desea que prosperemos en todos los ámbitos de la existencia. No necesariamente tenemos que tener riquezas materiales para confirmar nuestra profunda lealtad al Padre celestial. Por eso dijo Jesús: «La vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes» (Lucas 12:15, NVI). Las bendiciones del cielo se manifiestan de muchas maneras.
Pide hoy al Señor que te ayude a prosperar integralmente.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez