Los que han participado del solemne rito del bautismo se han comprometido a buscar las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; a trabajar fervientemente por la salvación de los pecadores. Dios pregunta a los que adoptan su nombre: ¿Cómo estáis usando las facultades que han sido redimidas por la muerte de mi Hijo? ¿Estáis haciendo todo lo que podéis para alcanzar una altura mayor en la comprensión espiritual? ¿Estáis poniendo vuestros intereses y actos en armonía con los importantes requisitos de la eternidad?
Debe producirse una reforma en el pueblo de Dios. “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). Aquellos sobre quienes el Señor ha puesto la carga de su obra luchan por proclamar el mensaje, para que sean amonestadas las almas que están pereciendo en la ignorancia. ¿No podéis hacer algo mediante la abnegación para ayudarlos en su trabajo? Despertad y mostrad, por vuestro celo abnegado y vuestro fervor, que estáis convertidos.
En la obra de salvar almas se requiere todo nuestro dinero. El dinero invertido por el profeso pueblo de Dios en retratos de rostros humanos podría sostener a varios misioneros. Muchas corrientes pequeñas, al juntarse, forman un río grande. Cometemos un desfalco con los bienes de nuestro Señor cuando usamos para placeres egoístas los medios que deberían ser usados para proclamar el último mensaje de amonestación. Si gastáis el dinero del Señor en la satisfacción propia, ¿cómo podéis esperar que él siga otorgándoos sus bienes? ¿Qué opinión tiene el Maestro de los que egoístamente invierten su dinero en fotografías? Ese mismo dinero hubiera podido ser usado para comprar publicaciones para enviar a los que están en
las tinieblas de la ignorancia.
La verdad que Dios nos ha dado debe anunciarse al mundo. Se nos ha dado el privilegio de hacer este trabajo. Hemos de sembrar la semilla de la verdad junto a todas las aguas. El Señor nos pide que practiquemos la abnegación y el sacrificio. El Evangelio demanda una consagración completa. Las necesidades de la causa demandan todo lo que podamos dar. Nuestra complacencia en sacar fotografías ha sido una satisfacción egoísta de nuestra parte, que testifica silenciosamente en contra de nosotros. Por esta complacencia se ha colocado en el cimiento una gran cantidad de madera, heno y hojarasca, que será consumida por el fuego del último día.