Calculen todos los que profesan creer la verdad para este tiempo cuánto gastan anualmente y en especial en ocasión de las fiestas anuales, en la satisfacción de deseos egoístas y profanos; cuánto en la complacencia del apetito y cuánto en competir con otros en ostentación no cristiana. Sumad los medios así gastados innecesariamente, y calculad luego cuánto se podría haber ahorrado como dones consagrados a la causa de Dios sin perjuicio para el alma ni el cuerpo.
Se pueden hacer ofrendas pequeñas o más liberales, según la capacidad del dador, para ayudar a cubrir las deudas de las iglesias que han sido dedicadas a Dios. Hay que enviar además misioneros a nuevos campos y sostener a otros en sus respectivos puestos de labor. Estos misioneros tienen que practicar la más estricta economía, hasta negarse las cosas que vosotros gozáis diariamente y que consideráis indispensables. Ellos disfrutan de pocos lujos (Review and Herald, noviembre 21, 1878).