«Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerta ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron» (Apocalipsis 2 1: 4).
Uno de los momentos más difíciles en la vida de una persona es la pérdida de un ser querido, e incluso la inminencia de la propia muerte. Muchas personas agravan sus sufrimientos en tales situaciones, mientras que otras logran sobrellevar el dolor con serenidad. ¿Qué factores pueden marcar la diferencia?
Un estudio científico dirigido por la investigadora Eunjeong Ko, de la Universidad Estatal de San Diego (California, EE. UU.), exploró los factores involucrados en una «buena» o una «mala» muerte en veintiún adultos mayores carentes de hogar. Los participantes fueron consultados en relación a diferentes temas relacionados con el bienestar físico, emocional, social y espiritual. Los resultados revelaron que entre los principales factores asociados con una buena muerte se encuentran: (a) el morir de manera pacífica (morir en el sueño); (b) experimentar una conexión espiritual significativa (a través de una relación personal con Dios, por ejemplo); y (c) haber hecho las paces con personas significativas (resolver conflictos familiares, perdonar a amigos, etc.).
Es interesante notar que los mismos elementos han sido considerados por un Dios misericordioso para ayudarnos a enfrentar la muerte pacíficamente. Según lo manifestó Jesús, es posible equiparar la muerte con el sueño (Juan ll: 10-14). Las Sagradas Escrituras revelan que se trata de un sueño en el que no hay conciencia ni memoria ni emociones ni acciones. «Los muertos nada saben […] su memoria cae en el olvido. También perecen su amor, su odio y su envidia; y ya nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol» (Eclesiastés 9: 5-6). «En la muerte no hay memoria de ti; en el seol, ¿Quién te alabará?>> (Salmo 6: 5). «No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al (Salmo 115: 17). Por otro lado, mantener una relación personal con Dios y perdonar a sus perseguidores ayudó a Esteban, uno de los primeros diáconos de la era apostólica, a enfrentar con paz incluso una muerte violenta (Hechos 7: 55-59).
Más allá de la muerte, la Biblia engrandece a Jesucristo como Aquel que estuvo muerto, resucitó y tiene poder para resucitar a todo aquel que en él cree (Juan 3: 16; Romanos 14: 9; Apocalipsis 1: 18). El apóstol Pablo enfatizó que «los muertos en Cristo resucitarán primero>> (1 Tesalonicenses 4: 16). Finalmente, el discípulo amado recuerda que en la Tierra Nueva no habrá más muerte ni llanto ni clamor ni dolor. Abracemos esta bendita promesa en el día de hoy.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares