En el día del juicio, algunos invocarán esta buena acción y aquella otra como una razón por la cual debieran recibir consideración. Dirán: “Ayudé a jóvenes a establecerse en los negocios. Di dinero para fundar hospitales alivié las necesidades de las viudas y llevé a los pobres a mi hogar”. Sí, pero sus motivos estaban tan contaminado de egoísmo que la acción no era aceptable a la vista del Señor. En todo lo que hiciste, el yo figuró en forma prominente.—Manuscrito 53, 1906.
Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral.—El Deseado de Todas las Gentes, 567 (1898).