«No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Hebreos 4: 15).
Se denomina desánimo a aquella falta de fuerza, energía o ánimo para realizar alguna actividad. Se asocia habitualmente con sentimientos de pena y ausencia de motivación, y puede experimentarse como consecuencia de una mala noticia, un sufrimiento prolongado, una decepción o una pérdida. En ocasiones, el desánimo puede surgir a partir de una predisposición heredada o bien sin una causa aparente y transformarse en un hábito difícil de desarraigar. No obstante, más allá de lo justificado que el desánimo pueda parecer, lo más importante es que, con esfuerzo, ayuda y perseverancia, podemos librarnos de él.
He aquí algunas orientaciones prácticas:
Decide sobreponerse al desánimo. El desánimo requiere de tu consentimiento, por lo tanto, ¡no le cedas el lugar! Dios te ayudará en tus esfuerzos para soportar el desánimo, y tu carácter se hará más fuerte cuando lo resistas.
Guarda pensamientos esperanzadores en tu corazón para que puedas echar mano de ellos si tienes una predisposición al desánimo. Puedes escribirlos en una libreta o colocarlos en algún lugar visible para recordarlos cada vez que tengas necesidad.
Canta alabanzas. Los himnos y cantos de alabanza a Dios tienden a alejar el desaliento.
Acuérdate de las promesas de Dios y compártelas cuando tengas la oportunidad. Tus pensamientos y sentimientos se fortalecerán al darles expresión.
Ayuda a quien esté más necesitado que tú. <<Si das tu pan al hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía» (Isaías 58: 10).
Recuerda que Cristo es el gran Médico capaz de sanar toda dolencia, sea física, mental o espiritual.
Si aún crees que tus sufrimientos son demasiados y justifican tu desaliento, recuerda que el apóstol Pablo persuadió a los filipenses a gozarse en el Señor, cuando se encontraba en un calabozo frío y húmedo de Roma, esperando la ejecución de la condena de su propia muerte (Filipenses 4:4-6).
Si consideras que el Señor demora mucho en responder tus oraciones y la falta de respuesta justifica el desaliento, recuerda que Noé trabajó durante ciento veinte años a favor de los antediluvianos y, aunque no hubo una sola conversión por su trabajo, permaneció firme y con esperanza en medio de la maldad reinante.
Si ahora te sientes culpable por haberte sentido desanimado, recuerda que Cristo Jesús es «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1: 29), se compadece de nuestras debilidades y tiene poder para librarnos del desánimo y para bendecir nuestros esfuerzos por librarnos de él.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares