«Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4: l).
Mientras estudiaba (L) la Biblia con un grupo de prisioneras, una de ellas refirió una experiencia impresionante. Un sobrino suyo había fallecido a la edad de cinco años; pero el día del sepelio, mientras su cuerpo yacía en el féretro, toda la familia aseguró que lo había visto correr por los pasillos de la casa. Para esta muchacha, eso era suficiente para creer que el niño seguía estando cerca de ellos. Pero, ¿es confiable el testimonio de nuestras percepciones? ¿Se puede confiar en la validez de nuestros sentidos?
Desde la perspectiva psicológica, no es ningún secreto que la percepción se ve afectada por múltiples factores: las emociones, el estado físico, las expectativas o la motivación. Los experimentos demuestran que los lugares a donde queremos llegar parecen más lejanos cuando estamos cansados o cuando cargamos un gran peso. Una montaña se ve más alta después de escuchar música triste o al caminar solos; en cambio, aquello que deseamos se ve como si estuviese más cerca. Las percepciones pueden verse afectadas incluso por problemas físicos, neurológicos o por el consumo de sustancias. Definitivamente se puede afirmar que nuestros sentidos pueden ser engañados fácilmente, así que las cosas no siempre son como nos parecen.
Más allá de la falibilidad de las percepciones, la Biblia desenmascara al príncipe del engaño. Es «el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero» (Apocalipsis 12:9). Él puede hacerse pasar magistralmente por las personas fallecidas. «Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz>> (2 Corintios 11: 14). Con razón as Escrituras nos advierten: «No sea hallado en ti […] quien consulte a los muertos» (Deuteronomio 18: 10- I l). Consultar a los muertos es buscar a Satanás, el cual se presentará en forma del difunto para ofrecer instrucciones y engaños que conducirán al desastre.
Creer que los muertos permanecen conscientes y se pueden comunicar con los vivos abre las puertas al mundo de las tinieblas. Tal como lo hizo en el Edén, Satanás sigue utilizando el mensaje: «No moriréis» (Génesis 3: 4). Pero una sentencia cae sobre todo pecador: <<El alma que peque, esa morirá» (Ezequiel 18: 20). A pesar de ello, aún hay esperanza para todo aquel que cree en Cristo. Dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» Juan ll: 25).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares