La senda del trabajo, señalada a los moradores de la tierra, puede ser dura y cansadora, pero ha sido honrada por las pisadas del Salvador, y está seguro el que sigue este camino sagrado. Por el precepto y el ejemplo, Cristo dignificó el trabajo útil. Desde sus primeros años, vivió una vida de trabajo. Pasó la mayor parte de su vida terrenal en el trabajo paciente de la carpintería de Nazaret. Vestido como trabajador común, el Señor de la vida recorrió las calles de la pequeña ciudad en la cual vivía, yendo y volviendo de su trabajo humilde; y le acompañaban ángeles ministradores mientras caminaba lado a lado con los campesinos y obreros sin que lo reconociesen y honrase.
Cuando salía para contribuir al sostén de la familia por su trabajo diario, poseía el mismo poder que a orillas del mar de Galilea le permitió alimentar a cinco mil almas hambrientas con cinco panes y dos pececillos, pero no empleaba su poder divino para reducir sus cargas o aliviar su trabajo. Había tomado sobre sí la forma de la humanidad, con todos los males que la acompañaban, y no cejaba en sus pruebas más severas. Vivía en una casa de campesino; se vestía con ropas burdas; trataba con los humildes; trabajaba diariamente con manos pacientes. Su ejemplo nos muestra que el deber del hombre es ser laborioso y que el trabajo es honorable (Consejos para los maestros, pp. 263, 264).
Con todo, yo siempre estuve contigo: trabaste de mi mano derecha. Hazme guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. Salmos 73:23, 24.
Antes de iniciar cualquier trabajo importante, recordad que Jesús es vuestro consejero, y que es vuestro privilegio contarle vuestras preocupaciones. No mantengáis a Jesús relegado, y nunca dejéis de mencionar su nombre, nunca dejéis de llamar la atención de vuestros amigos hacia Aquel que está a vuestro lado, para ser vuestro consejero. ¿Vuestros amigos no os considerarían faltos de respeto si estuvieran a vuestro lado y vosotros nunca les hablarais a ellos, o hablarais de ellos? (Nuestra elevada vocación, p. 32).
[U]na religión que no es práctica, no es genuina. La verdadera conversión nos hace estrictamente honrados en nuestro trato con nuestros semejantes. Nos hace fieles en nuestro trabajo diario. Todo seguidor sincero de Cristo mostrará que la religión de la Biblia lo capacita para usar sus talentos en el servicio del Maestro (Mensajes para los jóvenes, pp. 50, 51).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
4to. trimestre 2020 “COMO INTERPRETAR LA BIBLIA”
Lección 11: «EL CRISTIANO Y EL TRABAJO»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez A