Cuando visito los hogares de nuestros hermanos y nuestras escuelas, veo que todos los espacios disponibles de las mesas, rincones y repisas de chimeneas, están llenos de fotografías. A derecha e izquierda se ven retratos de caras humanas. Dios desea que cambie este orden de cosas. Si Cristo estuviera en la tierra diría: “Quitad de aquí esto” (Juan 2:16). Se me ha indicado que estos retratos son otros tantos ídolos que ocupan el tiempo y el pensamiento que deberían ser santamente dedicados a Dios.
Estas fotografías cuestan dinero. ¿Es consecuente con nuestro modo de pensar, conociendo la obra que hay que hacer en este tiempo, que gastemos el dinero de Dios en sacar fotografías de nuestro rostro y del rostro de nuestros amigos? ¿No deberíamos usar en la edificación de la causa de Dios todo peso que podamos ahorrar? Estos retratos requieren el dinero que debiera ser santamente dedicado al servicio de Dios y apartan la mente de las verdades de la Palabra de Dios.