«¡Ya viene el día, candente como un horno! En ese día, todos los soberbios y todos los malhechores serán como estopa, y serán consumidos hasta las raíces. ¡No quedará de ellos ni una rama! Lo digo yo, el Señor de los ejércitos. Pero para ustedes, los que temen mi nombre, brillará un sol de justicia que les traerá salvación. Entonces ustedes saltarán de alegría, como los becerros cuando se apartan de la manada». Malaquías 4: 1-2, RVC
REINTEGRADOS EN SU DERECHO al árbol de la vida, en el desde tanto tiempo perdido Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza humana en su gloria primitiva. Las últimas señales de la maldición del pecado serán quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán en «la hermosura del Señor» (Sal. 27: 4, NVI), reflejando en espíritu, cuerpo y alma la imagen perfecta de su Señor. ¡Maravillosa redención, tan mencionada y tan esperada, contemplada con anhelada anticipación, pero jamás enteramente comprendida!
Los justos vivos son mudados «en un abrir y cerrar de ojos» (1 Cor. 15: 52). A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los ángeles «juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos» (Mat. 24: 31). Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría ascienden juntos a la ciudad de Dios. […]
Las huestes resplandecientes son dispuestas formando un cuadrado alrededor de su Rey, cuya majestuosa estatura sobrepasa en mucho a la de los santos, y alrededor de los ángeles, y cuyo rostro irradia amor benigno sobre ellos. […]
Cada cual recibe una corona que lleva su propio «nombre nuevo» (Apoc. 2: 17), y la inscripción: «Consagrado al Señor» (Éxo. 28: 36, NVI). A todos se les pone en la mano la palma de la victoria y el arpa brillante. Luego que los ángeles que dirigen dan la nota, todas las manos tañen con maestría las cuerdas de las arpas, produciendo dulce música en ricos y melodiosos acordes.— El conflicto de los siglos, cap. 41, pp. 627-628.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LAS OBRAS DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez