«Si pides la ayuda de la inteligencia y llamas a gritos a la prudencia» (Proverbios 2:3)
El gran sueño de Salomón fue construir el templo que David, su padre, siempre había deseado edificar. Así que, en cuanto llegó al trono, puso a trabajar a los constructores y arquitectos para erigir uno de los santuarios más imponentes de la historia de Israel. Siete años después el templo estaba terminado. Se trataba de una verdadera obra maestra dedicada a la honra y gloria del Padre celestial.
El día de la inauguración, el rey de Israel organizó una impresionante ceremonia. No obstante, en el momento cumbe del día se postró al Señor y le suplicó que ese lugar fuera especialmente un sitio para escuchar las peticiones del pueblo. Allí, sacerdotes, monarcas y residentes hebreos podían tener la seguridad de que serían escuchados por Dios.
Una de las grandes necesidades humanas es la de ser escuchados. Se dice que muchos pacientes que acuden a consultar al médico no padecen graves problemas de salud. En realidad, únicamente desean ser escuchados. Personalmente, recuerdo que cuando era pastor en la Ciudad de México, en diversas ocasiones recibí llamadas telefónicas de inmigrantes cristianos desde los Estados Unidos que alguna vez había conocido en la capital del país. No me llamaban por ningún asunto en particular. Solo deseaban que los escuchara. Me contaban sus dificultades y alegrías en su aventura por Norteamérica. Pasaban horas charlando, como si no desearan terminar la conversación. Se sentían solos por aquellas tierras y se animaban al saber que alguien podía escucharlos.
¿Crees que el Señor escucha tus oraciones? ¿Qué seguridad tienes de que tus palabras están siendo atendidas por el propio Dios? Esta mañana quiero recordarte que Dios está listo para escuchar tu oración. No dudes en contarle cada incidente de tu vida. Cuéntale tus problemas y tus alegrías, tus derrotas y tus victorias, tus desafíos y tus frustraciones. ¡No estás solo! Te aseguro que él está listo para escuchar los relatos de tu vida, incluyendo lo que a otros puede parecer insignificante, como tus ilusiones amorosas, tus pasiones deportivas o los malentendidos con algún amigo. ¡Todo eso le interesa a Dios!
Esta mañana quiero invitarte a abrir tu corazón a Dios como a un amigo. Tal vez al principio te costará un poco de trabajo, debido a la falta de confianza. Pero a medida en que empieces a convivir con él te darás cuenta de que, en realidad, ¡es más interesante de lo que habías pensado! Lo más importante es que recuerdes que él desea escucharte, y ¡siempre responde!
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez