Era muy grande la tristeza en la casa de Jairo. Su hija estaba muy enferma y los médicos no lograban curarla. Pensando en quién podría ayudarlo, ¡se acordó de Jesús! «¡Lo voy a buscar!», pensó.
Cuando Jairo vio a Jesús, le pidió que fuera rápidamente a su casa para curar a la niña. Pero había muchas personas que deseaban hablar con Jesús y no podía acompañarlo.
—No incomodes más a Jesús porque tu hija ya ha muerto —le dijo un criado que acababa de llegar.
Entonces, Jesús le dijo a Jairo:
—Espera. Ten Fe. Iré contigo. No llores.
Cuando entró en el dormitorio de la muchachita, Jesús le dijo:
—Niña, levántate.
Y todos sonrieron de felicidad al ver a la niñita curada.
¿Y yo?
Busca a Jesús cuando alguno de tus amigos esté enfermo. Él lo puede confortar y curar.
Mi oración para hoy
Querido Jesús, muchas gracias por haber curado a aquella niña. Quédate cerca de los enfermos para que no sufran.
En la Biblia leemos:
«Mi hija se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella, para que sane y viva» (Marcos 5: 23).