Jesús es en sí mismo el cumplimiento de todo lo que el santuario busca enseñar.
«”Y será llamado su nombre Emanuel; […] Dios con nosotros”. “La luz del conocimiento de la gloria de Dios” se ve “en el rostro de Jesucristo”. Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo era uno con el Padre; era “la imagen de Dios·; la imagen de su grandeza y majestad, “el resplandor de su gloria”. Vino a nuestro mundo para manifestar esta gloria. Vino a esta tierra oscurecida por el pecado para revelar la luz del amor de Dios, para ser “Dios con nosotros”. Por lo tanto, fue profetizado de él: “Y será llamado su nombre Emanuel”» (El Deseado de todas las gentes, cap. 1, p. 11).
Desde el comienzo de la creación, siempre fue el propósito de Dios ser uno con su pueblo. Al principio, se reveló en toda la creación: en los cielos, la tierra, las montañas, las flores y los arroyos. Todos apuntaban al gran amor del Padre por nosotros. La tierra era su santuario y lo compartió con nosotros. Cuando el pecado trató de borrar la letra perfecta de Dios, continuaron habiendo indicios del amor de Dios. Por ejemplo, aunque las rosas ahora tienen espinas, aún llevan la fragancia del amor de Dios por sus hijos.
Con la entrada del pecado, la semilla del egoísmo de Satanás echó raíces en el corazón de la humanidad. En una nueva manifestación del amor del Padre, Dios le declaró a Moisés: «Háganme un santuario para que yo habite entre ellos» (Éxo. 25: 8). El propósito del santuario era que el pueblo de Dios fijara su mirada en el Hijo de Dios. Aunque el santuario era un gran modelo del propósito de Dios de hacernos santos, carecía de algo, «porque la sangre de los toros y de los chivos no puede quitar los pecados» (Heb. 10: 4). Por lo tanto, «¡miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1: 29).
Finalmente, apartándonos de todas las sombras y figuras, tenemos a Dios con nosotros en Jesucristo. El YO SOY no solo se convirtió en uno de nosotros, sino que armó su tienda entre nosotros. Se plantó en nuestra experiencia. A través de su sacrificio, se hizo como nosotros para que a través de nuestro sacrificio, pudiéramos llegar a ser como él (ver Rom. 12: 1-2).
Cuando se complete el gran plan de redención y se haya erradicado el pecado, una cosa permanecerá: «Aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios» (Apoc. 21: 3, RVC). ¡Amén!
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Medita de nuevo en el texto de Éxodo 25: 1-9, tratando de identificar la presencia de Jesús en el mismo.
¿De qué manera el hecho de compartir a Jesús influye en tu relación con Dios?
¿Qué te está diciendo Jesús por medio de estos versículos?
¿En qué sentido puedes ver a Jesús en forma diferente, o identificar algún rasgo nuevo de él, basándote en los versículos anteriores?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020.
4to trimestre 2020 “Los Principios De La Educación”
Lección 10: «LA ESCUELA DEL SANTUARIO«
Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo