«Los caminos del hombre están ante el Señor, y él pone a consideración todas sus veredas» (Proverbios 5:21).
¿Te has preguntado para qué le tienes que contar a Dios tus asuntos si él lo sabe todo? ¿Acaso no es omnisapiente? ¿Entonces qué caso tiene perder el tiempo? ¿Por qué no orar así: «Oye Dios, ayúdame en lo que ya sabes»? Te confieso que alguna vez pensé de esa manera. Pero todo cambió a partir del día en que me convertí en padre. En diversas ocasiones me he enterado de todo tipo de situaciones que rodean la vida de mis hijas. Sin embargo, cada vez que ellas han experimentado circunstancias complejas -y que yo me he enterado- he tenido la tentación de intervenir, y creo que no habría cometido un error.
Pero es muy diferente cuando ellas se acercan y me cuenta el problema. Es cierto, yo ya estoy enterado. No obstante, ese momento es único, porque permite desarrollar su confianza en mí, y eso me hace sentir sumamente satisfecho. Lo importante no son las acciones cometidas, sean buenas o malas, sino el vínculo que se crea entre ambos.
Sí, Dios conoce todo lo que nos pasa. Incluso sabe cuántos cabellos tenemos en la cabeza (Mateo 10:30); él conoce también nuestros pensamientos, sean buenos o malos (Salmo 139:2); entiende nuestras ambiciones, anhelos, sueños e ilusiones (vers. 3). Dios conoce los secretos que reposan en el fondo de nuestra conciencia y, además, nuestros nombres están esculpidos en la palma de su mano, los cuales recuerda cada día (Isaías 49:16). ¡Él lo sabe todo! No hay manera de esconderse de su presencia! Ha cuidado de nuestras vidas desde que éramos un embrión hasta el día de hoy (Salmo 139:16). Con todo, ese conocimiento no basta para crear un sólido vínculo con él. Es necesario que los seres humanos aprendamos a confiar en su gracia y sus promesas. Y para eso es necesaria la oración.
Cuéntale al Señor que hay personas que hace latir su corazón con fuerza, que hay un programa de televisión que te gusta mucho, que te gustaría que tu equipo favorito ganara el campeonato, que sueñas con hacer un viaje al otro lado del mundo. Eso va a desarrollar tu confianza en él. Luego, hazle preguntas: ¿Por qué hay tanto dolor y sufrimiento en este mundo? ¿Hasta cuándo vamos a estar en este mundo? ¿Cómo puedo entender mejor la Biblia? El siguiente versículo tiene una maravillosa respuesta: «Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes» (Jeremías 33:3, NVI).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez